
Se llama Porsche 963 RSP, de Roger Searle Penske, y es el único 963 de Le Mans apto para rodar legalmente por carretera. Acaba de ser entregado a su dueño, el mítico piloto-empresario-etcétera Roger Penske.
La envidia mueve montañas. Debía de ser una frustración para alguien que lo ha conseguido todo, como Roger Penske, saber que alguien había abierto un camino antes, pero que él lo tenía vedado… hasta ahora.
En abril de este año, Porsche volvía a mover en sus redes sociales y en comunicados de prensa un coche de 1975. Algo se estaba tramando. El coche en cuestión era un Porsche 917 con el chasis número 30, pintado de color plata Martini. Un coche de circuito, nacido para ganar Le Mans, que se había matriculado por la insistencia del conde Rossi. Convenció al equipo de peticiones especiales de Porsche de venderle y prepararle para usar por la calle uno de esos 917 capaces de ganar en Le Mans. El conde Gregorio Rossi di Montelera, propietario del imperio Martini y tradicional patrocinador de Porsche en esa época, seguro que hizo una oferta que no pudieron rechazar.

Mientras que los ingenieros lograron silenciadores debajo del capó e intermitentes, Rossi logró que en Alabama aceptaran matricular un coche similar al primer Porsche que ganó en Le Mans. Se había aburguesado el interior forrándolo con cuero y ante marrones. El volante iba a la derecha -quizá por eso ahora luce una placa británica- como en la mayoría de los competidores del momento, para que el piloto cambiara de marcha con la diestra, y así las barras de accionamiento del cambio no interfirieran con el motor, pasando por un lateral.

En junio de 2025, dos meses más tarde, volvió a aparecer este 917. Se desveló el misterio. Esta vez, posaba junto a un Porsche 963 de carreras, empleado en las series IMSA y WEC, con los idénticos colores por dentro y por fuera. Rodaron por el pueblo de Le Mans, también por aquellos tramos del circuito que eran carretera abierta, porque, sorpresa, el 963 también tenía matrícula, esta vez, francesa. Porsche había vuelto a fabricar una pieza única, un coche de Le Mans capaz de vencer para el campeonato del mundo de resistencia para un cliente histórico.

La noticia es que, ya terminando agosto, ese cliente ha podido ponerse al volante. El octogenario Roger Penske recibía su 963, con los mismos colores de interior y exterior que aquél 917, para integrarlo a su colección. Habían pasado más de sesenta años desde que tuvo su primera colaboración con Porsche, cincuenta desde que los 917 del equipo Penske Enterprises vencieron en el campeonato CanAm. Tiempo suficiente para que Roger Penske no solo fuera piloto de F-1, sino que tuvo su propia escudería de Fórmula 1 (con una victoria), de Nascar o de Indy. Incluso, se ha hecho propietario de la mítica pista donde se corren las 500 millas de Indianápolis.

Penske pudo rodar con el Porsche 963 en el centro Porsche Experience de Atlanta, antes de que fuera llevado a la mítica pista de Laguna Seca, donde otros veteranos pilotos ligados estrechamente a Porsche se pusieron a sus mandos, como antes había hecho Timo Bernhard a este lado del Atlántico: "parecía un poco más amigable e indulgente que el 963 normal -N. de R.: el de verdad, el de carreras-, y se sentía muy especial y mucho más cómodo", dijo el bicampeón de Le Mans.

Por lo que cuentan, nada fue sencillo en la adaptación. La fibra de carbono y kevlar no se pintan, sino que se aplica una película para decorar los coches de competición. Aun así, se aceptó el desafío y el 963 se pintócon una capa triple con el color original "Martini Silver", a partir de los archivos de la marca. Se cubrieron las aletas -la parte superior va abierta, en esta competición-, pero diseñando unas salidas de ventilación. Montar las matrículas requirió unos soportes capaces de soportar las enormes velocidades.

Motor directamente de la competición
Porque el 963 RSP tiene el motor de carreras, un V8 4.6 biturbo de 680 caballos. No llega a los 700 caballos permitidos, porque no necesita usar gasolina de competición: el mapa del motor se ha calibrado para poder repostar en la calle. La parte híbrida funciona a 800 voltios y es capaz de proporcionar hasta 50 kW(unos 68 CV). Al motor eléctrico se le ha restado fiereza -la respuesta instantánea de un eléctrico puede ser demasiada- para adecuarlo al uso en carretera. Y su potencia no se suma, sino que permiten "relajarse" al motor de combustión durante ciertos instantes, a partir de la energía recuperada en las frenadas. Cosas de respetar al máximo el coche de competición, incluido su reglamento.

Puede parecer que el coche casi roza el suelo, pero está levantado al máximo que permiten sus suspensiones. Los amortiguadores variables Multimatic DSSV -sí, como los de carreras o el Mustang GTD y tantísimos otros coches de altísima prestación- se tararon lo más suave posibles, para ganar confort. Y si te enteras de que el asiento dispone de aire acondicionado, no es nada nuevo, también lo está el original, para dulcificar la participación en carreras de resistencia.