El páncreas no produce la suficiente insulina, por lo que la glucosa se queda en la sangre y no llega a las células para convertirse en energía. Este es el diagnóstico de la diabetes, una de las enfermedades crónicas más comunes en todo el mundo y va en aumento. En el planeta hay 589 millones de personas que tienen diabetes. Así lo reflejan los datos de la 11ª edición del Atlas Mundial de la Diabetes, publicado por la Federación Internacional de Diabetes (IDF), entidad de la que la Federación Española de Diabetes (FEDE) forma parte.
Dentro de 25 años, se prevé que el número de personas adultas (de 20 a 79 años) afectadas con esta enfermedad aumente un 45%, hasta los 852,5 millones, mientras que la prevalencia global se incrementaría hasta el 13%. El informe pone en el foco las desigualdades globales y estima que el 95% del aumento proyectado en diabetes para 2050 ocurrirá en países de ingresos bajos y medios de regiones de África, Oriente Medio y Norte de África y Sudeste Asiático.
España registra una prevalencia estable de la enfermedad en adultos, con en torno a 5 millones de casos en 2024. Aún así, continúa siendo el quinto país de Europa con más prevalencia de diabetes, por detrás de Turquía, Rusia, Alemania e Italia. En nuestro país, el gasto en diabetes por persona pasó de unos 2.773,6 euros a 2.816,3 euros, por lo que teniendo en cuenta el ligero descenso de la prevalencia, este dato implica un auge del presupuesto destinado a los pacientes.
"La diabetes ha pasado de ser una enfermedad crónica más a convertirse en un problema de salud pública de primer nivel", señala el doctor Joaquín Puerma Ruiz, médico endocrino colaborador en Doctoralia y autor del libro Tus hormonas importan.
Un aumento de la sed, mayor frecuencia urinaria, más apetito de lo normal, pérdida de peso sin causa clara, fatiga persistente, visión borrosa… Son diversas las señales que pueden alertar de esta enfermedad. "El problema es que los síntomas son sutiles y, a menudo, se atribuyen al estrés, la edad o el ritmo de vida", indica Puerma.
Entre los principales factores responsables del aumento de esta enfermedad están el envejecimiento de la población, el sedentarismo o el incremento de la obesidad. En este sentido, Puerma aclara que "la raíz del problema no está solo en los genes, sino en cómo vivimos. Comemos más y peor, nos movemos menos, descansamos mal y vivimos con un nivel de estrés constante. Estos factores de estilo de vida, combinados con el envejecimiento de la población y cierta predisposición genética, han creado un cóctel perfecto para que la diabetes tipo 2 se dispare. De todos ellos, la obesidad merece mención especial: es el gran motor silencioso de esta epidemia".
La doctora Teresa Martínez Ramonde, especialista en Endocrinología y miembro de Top Doctors Group expone que la diabetes tipo 2 "a veces se detecta cuando aparecen complicaciones". Según el informe, se calcula que 252 millones de personas viven con diabetes pero no saben que padecen esta enfermedad, por lo tanto, no disponen de tratamiento, lo que aumenta el riesgo de complicaciones y muerte prematura.
Pero, ¿qué pasa si tarda en detectarse? El doctor Puerma resalta que "la diabetes mal controlada durante años puede producir daño permanente en distintos órganos. Hay pacientes que debutan con una complicación grave: una úlcera, un infarto, una insuficiencia renal... y es ahí cuando descubren que tenían diabetes desde hace tiempo. La detección tardía es uno de nuestros grandes enemigos".
Y es que se trata de una enfermedad peligrosa, "porque sus complicaciones hacen que la persona pueda perder la vista, los riñones, las piernas, tener infartos a nivel cardíaco o cerebral. Sin embargo, con los años hemos ido mejorando todo el control de la diabetes y las complicaciones, por fortuna, son cada vez menores", añade Martínez. Para controlar esta enfermedad es importante la educación y el conocimiento de la misma; llevar una dieta saludable, realizar ejercicio físico, además de la medicación, llevar un estricto control de la glucosa y seguimiento médico.