
Seguro que conoces a alguien que siempre lleva gran cantidad de pulseras diferentes en sus muñecas, las cuales no se quita nunca. Aunque probablemente pienses que únicamente se trata de una cuestión estética, la realidad es que psicológicamente pueden esconder muchos significados sobre la personalidad de esta persona.
El psicoanalista Donald Winnicott en la década de 1950 identificó el famosos fenómeno de los "objetos transicionales". Entre los ejemplos que mostraba para explicar esto se encontraban los niños y los ositos de peluche, unos objetos que se vuelven inseparables para los más pequeños. Sin embargo, más allá de una característica de la infancia, esto también se daba en las etapas adultas.
Por tanto, se trata de objetos que siempre llevamos con nosotros mismos porque suponen "anclas emocionales", ante los contratiempos del día a día. Según el psicoanalista, cada pulsera se convierte en un "escudo simbólico", que ofrece seguridad en ciertas situaciones. Además, en otros casos cada pulsera cuenta una historia distinta: fue el regalo de alguien, la adquiriste durante un viaje… Por lo que llevarlas todas supone un recopilatorio de arte emocional.
Una forma de comunicación
En otro orden, algunos estudios de psicología advierten que quienes usan accesorios como forma de comunicación tienden a ser más conscientes emocionalmente que el resto. Instintivamente, saben que los demás interpretan señales visuales y las usan para transmitir el mensaje de quiénes son.
También el acto de manipular todo el tiempo estas pulseras sirve como mecanismo de autorregulación emocional. Esto último está estrechamente relacionado con la estimulación propioceptiva, una forma de información sensorial que ayuda al cerebro a mantenerse conectado con el presente.
Otros analistas en cambio, consideran que se trata de una forma de "rebelión" frente al minimalismo y la uniformidad, siendo sinónimo de mayor inteligencia interpersonal.
¿Puede ser un problema?
Al igual que cualquier tipo de comportamiento, es también importante reconocer cuándo el hábito puede ser un problema. Por ejemplo, si una persona experimenta ansiedad intensa al no poder usar las pulseras o si acumularlas compulsivamente interfiere en las actividades diarias, podría ser una señal que requiere de tratamiento psicológico.
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