
Determinados alimentos, como bien todos sabemos, influyen directamente en nuestro sueño, de ahí que sea importante tener en cuenta el momento exacto en el que los ingerimos. Así lo confirma la especialista en medicina interna, Daniela Silva, tal y como recoge Europa Press.
Más allá del momento, también la calidad de lo que comemos resulta fundamental, puesto que muchos nutrientes son necesarios para producir y regular neurotransmisores y hormonas esenciales en el ciclo de sueño y vigilia. Uno de estos compuestos es la serotonina que, más allá de tener efectos sobre el estado de ánimo, también es precursora de la melatonina.
Alimentos ideales
Entre los nutrientes esenciales que necesita el organismo para un mejor descanso está el triptófano, el magnesio, la vitamina B6 y los ácidos grasos omega-3. El triptófano puede encontrarse en alimentos como las carnes magras, los huevos, los plátanos y las patatas.
En el caso del magnesio, este puede encontrarse en verduras de hoja verde, frutos secos, semillas y cereales integrales. Por su parte, los ácidos grasos omega-3 están presentes en pescados como el salmón, la caballa y las sardinas, así como en semillas de lino y nueces.
El mejor momento
Según esta doctora, lo ideal es mantener un dieta rica en proteínas, alimentos de bajo índice glucémico y frutas ricas en antioxidantes, puesto que todos ellos "pueden contribuir a una mejor calidad del sueño". Asimismo, planificar las comidas favorece un sueño más reparador. Esto es lo que se conoce como crononutrición, un enfoque multidisciplinario que estudia el impacto de la ingesta de alimentos y el horario de estas.
"El ritmo circadiano determina el momento más eficiente para la digestión y el metabolismo de los alimentos. Consumir alimentos fuera de estos horarios suele provocar una mala digestión, causando un mal patrón de sueño. Por este motivo, se debe evitar la ingesta de alimentos durante las dos horas previas a acostarnos", añade.
"Se debe evitar la ingesta de alimentos durante las dos horas previas a acostarnos"
Más de la mitad de los españoles declara sufrir interrupciones frecuentes de sueño, lo que se traduce con un descanso insuficiente. De hecho, la Real Academia de Medicina de España estima que alrededor del 10% de la población padece insomnio crónico. Esto puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y metabólicas, así como mayor vulnerabilidad al estrés y la ansiedad.
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