Infusión de lavanda: propiedades, beneficios y por qué tomarla todas las semanas

La lavanda es probablemente una de las plantas más populares que existen en España, puesto que es originaria de este país, aunque también está presente en Francia, en definitiva en zonas cálidas del Mediterráneo. Aunque su popularidad se debe a su agradable aroma, la realidad es que esta planta también puede consumirse como infusión, debido a su gran cantidad de propiedades medicinales y en el ámbito de la belleza.

Su nombre proviene del latín "lavare" que significa "lavar", puesto que hace referencia a su uso tradicional empleándose en baños gracias a sus propiedades aromáticas y purificadoras. Más allá de su fragancia, esta planta contiene múltiples cualidades medicinales y terapéuticas, lo que hace que esté presente en gran cantidad de jardines de todo el mundo.

De esta manera, además de sus funciones decorativas, destacan algunas de sus propiedades, como son:

• Combate el estrés, la ansiedad y el insomnio. Debido a sus flavonoides, por lo que es muy recomendable en infusiones antes de dormir.
• Mejora las digestiones. Esta planta ayuda con problemas gastrointestinales como cólicos, inflamación intestinal y flatulencias.
• Reduce el dolor. Gracias a sus propiedades analgésicas, puede ser una solución óptima para la tensión muscular, el dolor de cabeza y otras molestias corporales.
• Es antiinflamatoria. Contribuyendo también a reducir el enrojecimiento de la piel.

Cómo preparar la infusión de lavanda

Para preparar esta beneficiosa infusión, será necesario calentar agua hasta llevarla a ebullición y agregar las flores secas de lavanda. Tras unos dos o tres minutos, retirar del fuego, dejar reposar un rato y ya está lista para su consumo. Esta bebida, ya sea fría o caliente, puede tomarse casi a diario por su gran cantidad de beneficios para la salud.

Si bien es beneficiosa para todo el mundo, los expertos recomiendan que sea evitada por personas que sufren epilepsia, problemas graves estomacales, mujeres embarazadas o en periodo de lactancia o para niños menores de seis años, ya que en este último caso su sistema digestivo no está del todo preparado. De cualquier manera, si se pretende incluir en la dieta es aconsejable consultar con su médico previamente.