
Sin duda alguna, uno de los mayores estereotipos que nos hemos ganado los españoles en todo el mundo es la siesta. No obstante, la realidad de esta popular práctica es que casi el 60% de las personas que viven en España no suelen hacer la siesta, mientras que el 18% solo lo hace algunas veces. Otra de las particularidades de la siesta que su origen es realmente italiano, concretamente en la Antigua Roma, de la llamada "hora sexta", momento central del día con más luz y calor.
La ingesta copiosa de comida puede hacer que nos entre una sensación de somnolencia, puesto que la ingesta de comida provoca que el diafragma suba un poco y se respire de una forma más superficial. Asimismo, durante la digestión aumentan los neurotransmisores que provocan el incremento de la serotonina, una especie de ansiolítico natural que favorece el sueño.
Una siesta corta durante el día —de 20 o 30 minutos— puede tener grandes beneficios para la salud, mejorando el estado de ánimo, la memoria, la creatividad, así como reduciendo los niveles de estrés y el cansancio. No obstante, no todo son beneficios, ya que este pequeño descanso puede hacer que adquieras algunos kilos de más.
¿Por qué se produce?
Esto se explica debido a que tras la siesta suele producirse un fenómeno que es el antojo de algo dulce, puesto que el sueño afecta al estado de alerta y a la regulación del apetito, haciendo que el cerebro tenga la necesidad de nuevas fuentes de energía para "reactivarse". De ahí que, si eres de los que necesitan una siesta diaria, seguramente tengan un mayor riesgo de ganar peso por el consumo de azúcar adicional.
No obstante, también influye de forma significativa lo que hayamos comido antes de la siesta o si directamente nos hemos saltado alguna comida, puesto que esto puede dar lugar a una hipoglucemia, es decir, un descenso significativo del nivel de glucosa en sangre lo que hace que tengamos que buscar azúcar rápidamente para restaurar esta energía.
Cabe destacar, que una siesta breve generalmente no afecta a los niveles de insulina o glucagón, las cuales están relacionadas con el apetito y el metabolismo. En el caso de que esta siesta no haya sido lo suficiente reparadora, puede darse un aumento de la grelina y una reducción de la leptina, las cuales estimulan el apetito.
Consejos
Con el fin de evitar estos "atracones" después de las comidas, se pueden llevar a cabo una serie de estrategias, como puede ser:
- Procurar hacer siestas de calidad y no demasiado largas.
- Evitar los azúcares siempre antes de dormir, en su lugar, optar por proteínas, fibra y grasas saludables.
- Beber mucha agua al despertar, puesto que en ocasiones se confunde la sed con el hambre.
- Exponerse a la luz y moverse justo después de despertarse para reactivar el metabolismo.
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