
Cuando pensamos en alimentos que provienen del océano, probablemente lo primero que se nos venga a la cabeza son la gran variedad de pescados existente: atún, salmón, merluza, rodaballo, lenguado, sardina… Aunque la lista podría continuar, la realidad es que en los últimos años se ha popularizado también el consumo de un alimento de tipo vegetal y que proviene del mar: las microalgas.
Las microalgas o fitoplancton son una serie de microorganismos que viven en entornos acuáticos y suponen casi siempre el primer eslabón de la mayoría de las cadenas alimentarias, siendo uno de los seres vivos más antiguos del planeta. Estas surgen a partir de una célula o un pequeño grupo de células, capaces de crecer y multiplicarse rápidamente. En cuanto a las especies más comunes utilizadas en la alimentación destaca la espirulina y la clorela, muy presentes en suplementos dietéticos.
Fuente de nutrientes
Este producto es una fuente de nutrientes, en el caso de la espirulina, esta se caracteriza su alto contenido en proteínas, minerales (potasio, magnesio, calcio, zinc, manganeso, selenio, hierro y fósforo), vitaminas (E y todas las del grupo B), así como ácidos grasos poliinsaturados. A pesar de su gran potencial nutricional, sigue siendo un alimento muy poco conocido por muchas personas, de hecho, su sabor y textura hace que no sean muy apetecibles para los consumidores, de ahí que uno de los mayores retos sea adaptar estas cualidades.
Con el fin de suavizar su sabor, este suplemento puede mezclarse con otros productos como el pan, las cremas de verduras e, incluso, introducirse en el mundo de la repostería. Las microalgas pueden presentarse de diferentes formas, ya sea en polvo, cápsulas, barritas energéticas e incluso bebidas.
Efectos sobre el medioambiente
Además de sus propiedades nutricionales, estos organismos tienen efectos positivos sobre el medioambiente, ya que, absorben el dióxido de carbono frenando el cambio climático y son aprovechables en su totalidad, pues después de extraer sus compuestos para la alimentación, los restos pueden utilizarse como biodiésel.
A nivel europeo, solo unas pocas especies están autorizadas, pero las investigaciones sobre las microalgas avanzan a pasos agigantados. Asimismo, también se están explorando nuevas técnicas para mejorar el cultivo de estas microalgas, induciendo el estrés oxidativo mediante una mayor exposición solar, haciendo que acumulen carotenoides, pigmentos orgánicos que se encuentran de forma natural en plantas, algunos de estos son precursores de la vitamina A.
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