
El sistema 'Blueprint' o el negocio de la longevidad está entrando fuerte en Silicon Valley. Por estos días, estamos viviendo una fuerte tendencia que tiene que ver con la búsqueda del rejuvenecimiento a partir de acortar la edad biológica. Es tal el interés que está causando este fenómeno a nivel mundial que se empezó a formar una industria, en la cual se destacan dos CEO de tecnológicas que vienen a ser los padres de este movimiento, nos referimos a Bryan Johnson y Liz Parrish.
El negocio de la longevidad vive su mayor auge. Es tal, que incluso ha entrado en juego la inteligencia artificial (IA) de la mano del sistema 'Blueprint' que pretende frenar el envejecimiento y hacernos "vivir más" y "mejor", además de las denominadas 'zonas azules', lugares donde se obtiene lo mismo: ser más jóvenes.
Los responsables de este fenómeno han sido dos personas que, además, de querer rejuvenecer comparten lo de liderar sus propias empresas tecnológicas enfocada en la longevidad. Por una parte, está el multimillonario y CEO de Kernel, Byran Johnson, y por otra, Liz Parrish, CEO de BioViva Science, una compañía de biotecnología.
El CEO que apuesta por los 200 años
La frase "el dinero todo lo puede" se cumple al completo en la vida de Byran Johnson, multimillonario y CEO de Kernel, una empresa que puede monitorear y registrar la actividad cerebral. Y es que el empresario de 45 años, a partir de un estricto régimen de rejuvenecimiento de varios millones de euros al año, intenta acortar su edad biológica.
Johnson no ha tenido tapujos en describir las rígidas intervenciones médicas que ha recibido que, a día de hoy, "le dan una salud cardiaca de un hombre de 37 años, la piel de una persona de 28 años y la capacidad pulmonar de un joven de 18". En una entrevista a Fortune, el CEO de tecnología explicó que "quiere vivir mucho tiempo (200 años) para disfrutar más de lo que ofrece la vida", a partir de un régimen de rejuvenecimiento que tiene un valor de 2 millones de euros al año.
Para conseguirlo, ha tenido que tomar decisiones médicas "extremas", como inyectarse la sangre de su hijo y la de su padre, para completar su plan 'Blueprint' y ha tenido que consumir una enorme cantidad de pastillas diarias. Todo por conseguir la anhelada "eterna juventud".
"¿Tengo miedo de morir? No.", dijo a Fortune. Hace unos años, Johnson señaló que aprendió a volar un avión y recibió su licencia de vuelo. "Me sorprendió lo bien que volaba el avión con el piloto automático", dijo. "Me preguntaba si podría construir un piloto automático para mí y mi cuerpo". Para ello, ha apostado por la medicina y la tecnología.
La CEO que no cumple años
La otra responsable es Liz Parrish. Nos referimos a la mujer y empresaria que en vez de cumplir años rejuvenece. Y es que, tras experimentar con terapia génica, ha logrado tener 52 años cronológicos y 21 biológicos.
En 2013, a Liz Parrish le asaltaron dudas sobre las enfermedades en el ser humano cuando su hijo fue diagnosticado de diabetes tipo 1. Esto le llevó, finalmente, a someterse a una terapia génica pionera en el mundo que está probando cómo se pueden combatir las dolencias asociadas a la edad.
De esta forma, fue considerada la "paciente cero" de su propio experimento en un proceso sin precedentes que ha estado desarrollando desde BioViva Science, la compañía de biotecnología que dirige.
Se trata de un caso experimental que no ha sido validado ni avalado por ningún organismo científico internacional. Solo fue presentado en el Foro Mundial de la Longevidad. En concreto, la terapia génica de Parrish "centra su actuación en la telomerasa, que mejora la estabilidad genómica, reduce la senescencia y puede llegar a prevenir el cáncer; la folistatina, que aumenta y mejora la masa muscular, así como mengua la fragilidad; y el klotho, una enzima que optimiza las funciones cerebrales y elimina el daño causado por el estrés oxidativo; según explicó en el foro la propia CEO de BioViva Science.
La empresaria reprogramó sus propias células en un sistema con inyecciones de genes investigados y testados procedentes de bancos genéticos de humanos y otras especies.
Según una publicación de El Mundo, cuando inició el tratamiento, con 44 años, la longitud de sus telómeros "indicaba una edad biológica de 65". Solo un año después, pasó a ser la de alguien con la edad de su DNI. Antes había probado en ratones. Con dieta y ejercicio óptimos, su promedio de vida pasó de 8 a 18 meses. Con un régimen de restricción calórica, hasta 30 meses. Y cambiando uno solo de sus genes, los roedores doblaron su esperanza de vida. Sin dieta ni ejercicio, sentencia el medio.
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