
Los mariscos pueden parecer inofensivos en el plato, pero podrían estar llevando consigo un peligro invisible: genes de resistencia a antibióticos de último recurso. Un equipo de investigadores en EEUU ha detectado, por primera vez, genes de resistencia a la colistina en camarones y vieiras importados.
El hallazgo enciende las alarmas sobre cómo la globalización alimentaria está contribuyendo a la silenciosa expansión de la resistencia antimicrobiana. Investigadores de la Universidad de Georgia (Estados Unidos) han identificado recientemente una forma en que se están propagando los genes de resistencia a la colistina: los mariscos importados.
El estudio
En su nuevo estudio, el microbiólogo Issmat Kassem, y su grupo informaron el primer aislamiento de genes de resistencia a la colistina en bacterias encontradas en camarones y vieiras importados, comprados en ocho mercados de alimentos alrededor de Atlanta, Georgia. Kassem presenta los hallazgos en Los Ángeles en ASM Microbe 2025, la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Microbiología. Además, se publica un artículo complementario en la revista 'mSphere' de la ASM.
"Amamos nuestros mariscos", apunta Kassem. Mucha gente desconoce que la mayoría de los mariscos que se consumen en EE. UU. son importados, advierte, incluyendo aproximadamente el 90 % de los camarones. Los mariscos importados se analizan para detectar contaminantes, pero el proceso no los detecta por completo, especialmente los genes de resistencia a los antimicrobianos.
A tener en cuenta
"Normalmente, no se analizan las bacterias portadoras de genes de resistencia a la colistina". Kassem y su grupo también descubrieron que algunos de los genes de resistencia se encuentran en plásmidos, fragmentos redondos de material genético que pueden transmitirse entre bacterias.
Cabe contextualizar que la colistina es un antibiótico potente de último recurso, que se usa solo para tratar a personas con infecciones bacterianas peligrosas y potencialmente mortales que han desarrollado resistencia a otros medicamentos. Pero no es infalible. A nivel mundial, la resistencia a la colistina se está extendiendo, lo que disminuye aún más las opciones de tratamiento y aumenta el riesgo para las personas infectadas.