
El consumo de vapeadores —vapers— o cigarrillos electrónicos ha experimentado un notable aumento en los últimos años, especialmente en jóvenes. Uno de los principales motivos de esto es que son concebidos como una alternativa menos dañina que el tabaco, aunque la realidad es que sigue presentando graves riesgos para la salud.
Entre las características de estos vapeadores está sus opciones con o sin nicotina, así como su amplia variedad de sabores. Sin embargo, un estudio elaborado por científicos de la Escuela de Medicina Keck de la Universidad de California en San Francisco ha llegado a la conclusión de que existen determinados sabores que son especialmente perjudiciales para la salud.
En total se reclutaron a 72 adultos sanos y los dividieron en tres grupos: vapeadores que nunca habían fumado, fumadores que nunca habían vapeado y personas que no habían fumado de ninguno de los dos tipos. Gracias a datos como la frecuencia y el tiempo que habían fumado o vapeado, así como muestras de las células de la boca, pudieron analizar los daños que se habían producido en esta zona.
Más daños en personas que vapeaban
Concretamente, las personas que fumaban cigarrillos normales tenían 2,2 veces más de daño en el ADN bucal que los no fumadores y, sorprendentemente, en el caso de las personas vapeadoras, los efectos nocivos aumentaban hasta 2,6 veces. En cuanto a los sabores, los usuarios que consumían los sabores a menta, frutas o sabores dulces presentaban un daño mayor.
"Los dispositivos y sabores que son más populares y más consumidos por los vapeadores jóvenes, así como por los adultos son los que están asociados con el mayor daño en el ADN", afirmó Ahmad Besaratina, uno de los principales autores del estudio.
Qué daños pueden causar los vapeadores
Por el momento, los posibles efectos a largo plazo en la salud de los cigarrillos electrónicos no están del todo claros. No obstante, algunos informes como el publicado en 2019 alertaba de que algunas personas que usaban cigarrillos electrónicos presentaban enfermedades pulmonares graves, cuyos síntomas incluían tos, dificultad para respirar, dolor en el pecho, náuseas, vómitos o diarrea, cansancio, fiebre o pérdida de peso, según explica la American Cancer Society.
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