
Las personas con diabetes son diagnosticadas principalmente a partir de unas pruebas que miden los niveles de glucosa en sangre. Esto se puede determinar a través de análisis de orina, aunque los resultados pueden ser poco precisos, de ahí que se opte por análisis de sangre. Mientras que estas pruebas miden la cantidad de azúcar en sangre en un momento dado, otras pueden estimar los niveles durante periodos de tiempo más largos.
Este es el caso de la hemoglobina glucosilada (HbA1C) es una forma modificada de hemoglobina —la proteína que se encuentra en los glóbulo rojos y que transporta oxígeno— a la que se ha unido la glucosa de forma permanente. Se estima que entre un 4 y 6% de los glóbulos rojos captan esta glucosa.
La fórmula de medición
Esta se mide a través de una muestra de sangre mediante una fórmula de conversión aproximada que compara el nivel de glucosa en sangre en función del porcentaje de hemoglobina glucosilada. Por ejemplo, si los resultado dan un nivel de hemoglobina glucosilada de 6,5%, el promedio de azúcar en sangre durante los últimos tres meses fue de 140 mg/dL.
Los expertos establecen una tasa "normal" entre 7,5% o incluso 8% en pacientes diabéticos en edad avanzada. Por otra parte, en mujeres que se plantean el embarazo —y en el resto de la población que sufre de diabetes—, es aconsejable que no se supere el 6,5% con el fin de que se eviten complicaciones gestacionales relacionadas con la diabetes.
No es una herramienta de diagnóstico
Este indicativo se utiliza principalmente como una herramienta de monitoreo para diabéticos y no como un elemento de diagnóstico para la diabetes. Por otra parte, ciertas patologías relacionadas con la hemoglobina pueden alterar el nivel de hemoglobina glucosilada, como es el caso de la talasemia. La talasemia es un trastorno sanguíneo hereditario que hace que tu cuerpo tenga menos hemoglobina de lo normal.
Los alimentos ricos en fibra, con un índice glucémico bajo o moderado, así como la práctica habitual de actividad física es beneficiosa para mantener los niveles en estándares ideales. Un sueño de mala calidad también puede contribuir a un aumento de los niveles de azúcar en sangre, ya que altera el metabolismo de los hidratos de carbono.
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