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Ictus en recién nacidos: una realidad desconocida para los padres que afecta a 1 de cada 3.500 bebés

Fuente: Istock

Infarto cerebral y bebés. Parecen dos palabras que no puedan ir juntas. Aunque en general un infarto cerebral está asociado a gente mayor, lo cierto es que también puede ocurrir, con menos frecuencia, en niños, en jóvenes e, incluso, en bebés recién nacidos o antes de nacer. Se trata de un porcentaje muy pequeño, pero es una realidad. Según informa el Clínic de Barcelona, afecta a 1/3.5 de cada 1.000 bebés.

Es propiamente el desconocimiento de esta afección la que maximiza las consecuencias, ya que nadie se espera que un bebé pueda estar sufriendo un ictus pediátrico. Al tardar más tiempo en reaccionar, se tarda más en diagnosticar y, por lo tanto, más en actuar.

¿Por qué un bebé puede sufrir un infarto cerebral?

El infarto cerebral, o también conocido como ictus, se trata de un accidente cerebrovascular que se produce por la interrupción del flujo sanguíneo en una de las partes del cerebro. Si uno de los vasos sanguíneos está obstruido, no puede suministrar oxígeno ni nutrientes al cerebro. Cabe recordar que, a diferencia de otras partes del cuerpo, el cerebro no puede sobrevivir mucho tiempo sin flujo.

Otras de las causas por las que un bebé puede sufrir un infarto cerebral es a raíz de un coágulo de sangre en una de las venas de la cabeza, también conocido como una trombosis del seno venoso, o por un sangrado. Ya sea en bebés prematuros o en bebés que han llegado a término, el sangrado en el cerebro se produce porque sus vasos son mucho más frágiles y porque su sangre puede llegar a coagularse con mayor facilidad.

Síntomas

Esta afección es una emergencia médica y es importante darse cuenta lo más rápido posible para actuar cuanto antes y poder evitar posibles complicaciones. Uno de los principales problemas es que hay ocasiones en las que no llega a detectarse o se realiza un diagnóstico tardío, cuando tras el paso del tiempo comienzan a hacerse notables algunas de las secuelas.

  • Convulsiones sin fiebre que se repiten en una parte del cuerpo
  • Somnolencia intensa. El bebé no se despierta para alimentarse
  • Vómitos y/o náuseas
  • Rigidez o debilidad en un lado del cuerpo, brazo o pierna.

A tener en cuenta

Como informa Lescer, aunque las secuelas de un infarto cerebral pediátrico pueden ser devastadoras, los bebés tienen, respecto a los adultos, una mayor capacidad para superarlas. Esto se debe a la mayor plasticidad y flexibilidad del cerebro que aún se encuentra en desarrollo, por lo que es más común que logre repararse a sí mismo.

Además, por lo genera el riesgo de que el bebé pueda sufrir otro accidente cerebrovascular es bajo.

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