
La interrupción de un embarazo se puede dar de diversas maneras, tanto de forma espontánea y natural como de manera artificial y provocada. El aborto diferido, o también conocido como el aborto retenido, es aquel que se produce cuando el embarazo termina de forma repentina pero el embrión sigue implantado. Es decir, el feto deja de desarrollarse y muere, pero sigue estando presente dentro del útero ya que el cuerpo de la madre no es capaz de expulsarlo.
Así, el feto, la placenta y otros órganos pueden estar retenidos en el cuerpo durante un tiempo variable, que suele oscilar entre días, semanas e incluso meses.
¿Por qué sucede?
Las principales causas detrás de este fenómeno se encuentran en alteraciones en el número de cromosomas en el momento de la concepción, ya que su desequilibrio es incompatible con la vida. Por ello, se desencadena la muerte del feto tras las primeras semanas de concepción. Pero esta no es la única razón, ya que también puede deberse a causas infecciosas, a causas autoinmunes o a causas endocrinas.
¿Y por qué el cuerpo no expulsa el saco gestacional? A pesar de que se desconocen las razones, la teoría más extendida cree que el cuerpo no es consciente de la pérdida y, por tanto, no desencadena la expulsión del feto.
En consecuencia, cabe preguntarse cómo puede una madre saber que ha sufrido un aborto diferido. En estos casos, es habitual sentir náuseas y sufrir vómitos, cólicos y dolor en los pechos. Algo que, por otra parte, también es común durante el embarazo. Por ello, y según explican desde el portal eresmamá, "La única forma de examinar y diagnosticar un aborto diferido es a través de una ecografía pélvica. Mediante esta prueba, se observa si existe o no ritmo cardíaco en el embrión". De ahí la importancia de acudir a las revisiones periódicas.
Cómo retirar los restos
Según explica el ginecólogo Juan Víctor Valdivia en declaraciones al portal, el aborto diferido es uno de los más peligrosos que se pueden dar, ya que puede poner en peligro la salud de la madre. Esto se debe a que, al permanecer dentro del útero y no provocar señales de aborto (o bien por la falta de sangrado o bien por la ausencia de expulsión del embrión), la madre puede no ser consciente de ello. Y en esta situación, se pueden producir alteraciones en la coagulación o hemorragias.
Para solucionarlo, existen diversos métodos para expulsar los tejidos fetales con éxito. "La mejor forma para llevar a cabo este proceso es a través de un legrado. Es una operación quirúrgica que consiste en raspar las paredes del útero para eliminar los restos del feto", explica el ginecólogo. Del mismo modo, existen algunos fármacos que provocan la dilatación del cuello uterino para, así, eliminar los restos.