La invasión rusa de Ucrania ha dejado a la industria agroalimentaria contra las cuerdas. Ante el fuerte encarecimiento del girasol, el trigo, el maíz o la cebada y la escasez de materia prima, el sector se ha visto obligado a reformular sus recetas y solicitar a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) autorización para poder mantener los etiquetados pese a la utilización de productos sustitutivos.
Las miradas se dirigen ahora a países como Estados Unidos, Argentina o Brasil, que son además de China, los grandes productores agrícolas. Pero la salida no parece fácil porque la sequía está castigando de forma muy severa a la producción, fundamentalmente en el continente americano.
España importa de Ucrania el 60% del aceite de girasol que consume cada año, el 30% del maíz, el 17% del trigo y el 15% de las leguminosas en grano, por lo que necesita de forma urgente una salida. Por ello, está intentando que la Unión Europea flexibilice los requisitos en materia de fitosanitarios y transgénicos que impiden actualmente la importación de estos productos de otros países, fundamentalmente de América.
Menor producción
Pero el problema es que aunque lo consiga, la salida sigue sin resultar nada fácil porque la sequía está castigando de forma muy severa tanto al cono sur americano como a Estados Unidos y ambos temen que la producción se resienta de forma notable. Alcanzar un nivel suficiente como para compensar la producción ucraniana parece así cada vez más complicado.
Hace apenas unas semanas, el ministro argentino de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, admitía el "nerviosismo" y la "preocupación por el impacto de la falta de lluvias y de la crisis climática". Y en Estados Unidos, el mayor productor de maíz y el quinto del mundo de trigo la situación no es mucho mejor. La falta de lluvias, especialmente en la coste oeste está provocando la peor megasequía de los últimos mil años, de acuerdo con los datos de la Universidad de California. Ante todo ello, el valle central de del estado californiano, que está considerado como el gran granero del país, difícilmente podrá alcanzar los niveles de producción ni ahora ni en los próximos años. Sobre todo porque, según advierten los expertos, tendrían que pasar varios años con un balance hídrico normalizado para compensar la actual carestaría.
La pretensión española es que se facilite la llegada de las materias primas agrícolas "desde todos los orígenes" porque es necesario, principalmente, para asegurar la producción de alimentación animal. Al margen de lo que pueda ocurrir con la producción debido a la sequía, se trataría de suavizar "temporal y excepcionalmente", y siempre que fuese necesario, los requisitos que impone la UE sobre uso de fitosanitarios o de Organismos Modificados Genéticamente (OGM).
Según la patronal de empresas de alimentación animal (Cesfac), en estos momentos hay disponibles y, aún sin vender, 13,6 millones de toneladas de maíz en Estados Unidos, 7,5 millones de toneladas de maíz en Argentina y 100.000 toneladas de semilla de girasol y 400.000 toneladas de torta de girasol también en Argentina. Además, y a partir de finales del mes de marzo, estarían disponibles otros 15,4 millones de toneladas de maíz de cosecha nueva argentina. Esas cantidades servirían para cubrir sobradamente las necesidades de la producción española de alimentos compuestos para animales hasta enlace de campaña, y buena parte de la demanda.
Fuentes de la industria de alimentación animal, señalan que la UE dio ayer vía libre a los Estados para que suavicen las restricciones de fitosanitarios que impedían la importación de girasol argentino. El lunes decidirá sobre el maíz transgénico nortemericano.
Otra de las medidas solicitadas es que la UE permita cultivar las superficies que la PAC ahora obliga a dejar en barbecho para sembrar girasol. Sólo en Castilla y León hay 500.000 hectáreas que son susceptibles de aportar oleaginosas, uno de las principales bases para alimentar el ganado. da europea.
Problemas futuros
Los problemas sim embargo no se limitarían al corto plazo. En estos momentos, comienza la plantación de cultivos de primavera en Ucrania, aunque las condiciones de la guerra cuestionan la capacidad de ese país para producir como un año habitual.
El gobierno ucraniano está haciendo esfuerzos en ese sentido y ha eximido a los agricultores de la obligación de entrar en combate para que se dediquen a sus labores agrícolas para salvar la campaña. Fuentes del sector de las empresas de semillas y fitosanitarias, sin embargo, reconocen las dificultades para hacer llegar la simiente a todo el país, aunque confían en que no haya problema en la parte oeste, donde de momento la situación del conflicto no es tan grave.
A la espera de posibles alternativas al granero ucraniano, la FAO, la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura ha advertido ya que la guerra puede "agravar seriamente la inseguridad alimentaria" en todo el mundo debido al papel de ambos países como gigantes exportadores de cereal y fertilizantes. "Las perturbaciones de la cadena de suministro y la logística de la producción de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania y Rusia, así como las restricciones a las exportaciones rusas, tendrán importantes repercusiones para la seguridad alimentaria", se lee en un informe, firmado por el director de la FAO, el chino Qu Dongyu.
El indice de los precios mundiales de los alimentos de FAO alcanzó, de hecho, un nuevo récord en febrero con un promedio de 140,7 puntos, lo que supone un 3,9 % más que en enero y un 24,1 % más que hace un año. En una nota, el organismo destacaba hace unos días que en la subida pesó sobre todo el índice de precios de los aceites vegetales, que aumentó un 8,5 % desde el mes anterior, alcanzando así un nuevo récord, impulsado principalmente por el aumento de las cotizaciones de los aceites de palma, de soja y de girasol.
Este alza de precios coincidió con algunos factores relacionados con la oferta. Además de la situación de Ucrania, en particular con las reducidas disponibilidades exportables de aceite de palma en Indonesia, el mayor exportador mundial, y las perspectivas más bajas de producción de soja en América del Sur.
El índice de precios de los productos lácteos de la FAO se situó en febrero un 6,4 % más que en enero, impulsado por unos suministros de leche menores de lo previsto en Europa occidental y Oceanía, así como una demanda de importaciones persistente, especialmente de Asia septentrional y Oriente Medio.
El de los cereales subió un 3% con respecto al mes anterior, debido al incremento de las cotizaciones de los secundarios. En concreto, lo precios internacionales del maíz aumentaron un 5,1 % como resultado de una combinación de la situación en Ucrania y una menor producción en América.