
La batalla entre el campo y la distribución se reaviva ante las protestas de los agricultores. Ante el temor de que los paros convocados, puedan provocar problemas de suministro, desde las cadenas de supermercados advierten de que los agricultores están subiendo sus precios por encima de la inflación alimentaria después de haber recibido ayudas y subvenciones en el último año por un importe de 7.154 millones de euros y de que la renta agraria esté en máximos históricos. El año pasado, de hecho, registró una subida del 11,1% en términos corrientes, hasta 31.931 millones de euros, según las estimaciones del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Desde las cadenas de supermercados recuerdan que los precios de los alimentos en origen se encarecieron un 11,4% en diciembre respecto al mismo mes del año pasado, más de cuatro puntos por encima de la inflación que registró la alimentación ese mismo mes, de un 7,3% según los datos del INE. De hecho, desde el Observatorio de Márgenes Empresariales puesto en marcha por el Gobierno y en el que participan los ministerios de Economía y Hacienda y el Banco de España, les dan la razón. En su último informe, el Observatorio advierte de que mientras que el campo "encadena dos trimestres de fuertes aumentos" de los márgenes, la distribución alimentaria está conteniendo los suyos.
Pero los agricultores y ganaderos no piensan igual. Según advierten desde organizaciones agrarias como Coag, una vez descontada la inflación, el incremento de la renta agraria es de solo el 5,5% en términos reales en el último año. Pero es que si comparamos la de 2023 con la de la media de los últimos cinco ejercicios el aumento se reduce a tan solo un 1,1%, tal y como refleja un análisis realizado por el Departamento de Economía Agraria de Coag. Pero esta organización va más allá y advierte de que "si abrimos el foco y observamos la evolución en términos reales desde 2003, se puede concluir que, en 20 años, el sector ha perdido un 15% de la renta agraria en términos reales".
Hay que tener en cuenta, además, que la renta agraria no mide ni el pago de los salarios, ni los intereses de los créditos ni los alquileres. La situación en el campo, según denuncian los agricultores, dista así mucho de ser boyante. Desde Asaja, la Asociación de Jóvenes Agricultores, recuerdan, además, que "2023 ha sido un año convulso y lleno de dificultades para el sector agrario". Meteorológicamente hablando, la sequía ha hecho mella en buena parte de las producciones y esto, unido a la proliferación de otros fenómenos meteorológicos extremos (aguaceros, heladas y pedriscos), ha tenido como resultado que la siniestrabilidad en el campo se elevara este año un 61%, hasta los 1.300 millones de euros, en pérdidas", de acuerdo con los datos de Agroseguros. El problema es que, según Asaja, desde un punto de vista legislativo, la situación no ha ido además mucho mejor y la presión normativa va en aumento. "Bruselas se ha cebado con los agricultores y ganaderos europeos y el campo español tiembla con cada nueva medida que la Comisión, el Parlamento o el Consejo ponen en marcha", asegura la organización agraria.
La industria reclama subidas
Pero el conflicto con el campo no es el único que tienen abierto los supermercados, que están viendo también como la industria está presionando desde hace meses para subir los precios y recuperar la rentabilidad perdida. La distribución se niega y argumenta que, pese a que trabaja ya con márgenes muy pequeños, de entre el 2 y el 3%, se está viendo obligada a contener la caída de las ventas en volumen con campañas de ofertas y promociones.
Una de las más agresivas en precios en este momento está siendo Carrefour. La cadena francesa ha arrancado el año con una nueva medida para competir en el segmento de marca blanca con el anuncio de la bajada de precio de hasta 500 productos propios. Y lo ha hecho de forma paralela al anunció de que dejaba de vender los productos de Pepsico en España, Bélgica, Italia y Francia por mantener unas "subidas injustificadas de precios".
Tras Carrefour, otra de las que también ha movido ficha ha sido Dia, que ha sacado de sus lineales los productos de Bimbo, incluyendo tanto el pan de molde como los Donuts. Con todo ello, las tensiones en la cadena van en aumento y entre los fabricantes existe el temor de que pueda producirse un efecto contagio. Pero no solo es eso. En el sector existe también una gran preocupación porque esta dificultad en las negociaciones pueda generar aún más argumentos al Gobierno y reforzar "las tesis erróneas y pueriles", según dicen, de que el problema está en el interior de la cadena.
"La inflación nos está perjudicando a todos, no somos los responsables de la subida de los precios de la la alimentación", insisten los empresarios del sector. Pero la incertidumbre es máxima. Hasta ahora, España ha sido tradicionalmente un país, a diferencia por ejemplo de Francia, donde la cadena había permanecido unida para afrontar todos los desafíos y el temor ahora es que esa unidad pueda resquebrajarse con los agricultores, la industria y la distribución más enfrentados que nunca.