
Andrea Illy (1964. Trieste, Italia) es el presidente de Illycaffè, una empresa familiar productora de café fundada en 1933 en su ciudad natal y que ahora está presente en todo el mundo.
Al mismo tiempo, es copresidente de la Regenerative Society Foundation, que promueve la transición de un modelo socioeconómico extractivo a uno regenerativo. El empresario participó en la mesa Cambiando el modelo de desarrollo para la transición ecológica: de las palabras a los hechos durante el Festival de la Economía de Trento (Italia). Antes de su intervención en el Teatro Sociale, elEconomista.es tuvo la oportunidad de conversar con él y conocer su trabajo en materia de economía regenerativa.
El mensaje que transmiten desde su fundación es el de la importancia del bienestar de las personas y de la sociedad. ¿Cuál es el papel de las compañías para llegar a esto?
Todo lo que nos rodea, es un negocio. A menos que estemos desnudos en medio del bosque, todos somos dependientes de aquello que hacen las empresas. Si tenemos en cuenta eso, como un todo, las sociedades son las que pueden cambiar el mundo. Porque las compañías son las que tienen los dos tercios de los recursos privados de la economía, son las que hacen inversiones en nuevas tecnologías, todo depende del mundo de los negocios.
¿Hay una intención real, entonces, por la transición ecológica?
Las compañías están muy interesadas en hacer la transición, porque si no la hacen es una amenaza para ellos. Las leyes están siendo cada vez más exigentes, porque los consumidores y los inversores demandan cada vez más sostenibilidad. Además es una amenaza porque los competidores caminan hacia adelante en esta materia.
Pero también es una enorme oportunidad para crear valor y acceder a un capital bonificado, es decir, tienes una ventaja reputacional. Es decir, la transición ecológica tiene más ventajas que desventajas. El problema está es que no saben cómo hacerlo porque, como siempre, son cosas nuevas y para hacer lo nuevo es necesario abandonar lo viejo, no se puede remar hacia adelante encadenado a lo viejo. Se necesita conocimiento, valentía y modelos.
¿Cuál es el trabajo que hace la fundación para conseguirlo?
Nosotros somos un grupo de empresas que esto lo estamos haciendo. Algunas son big corp, y todas siguen esa idea del modelo circular, regenerativo, que significa producir en co-benefits sociales y ambientales con la actividad empresarial. A través de la búsqueda del bienestar, de la salud y de la felicidad, la economía circular implica la regeneración de la biosfera. Todo con una visión conjunta, no ver cada una por separado, porque son sistemas complejos, interdependientes, y no funciona la aproximación reduccionista de centrarse en solo una cosa u otra. Debemos afrontar todo en su conjunto, y esto es una aproximación muy novedosa que la fundación propone: buscar y perseguir estos macrofactores todos juntos.
Las empresas que participan pueden cambiar el pensamiento y tener un punto en común de experiencia y conocimiento que antes no había. Por tanto, pienso que las empresas pueden hacer muchísimo y lo harán cada vez más.
Hablemos ahora de Illy Café, la agricultura sostenible y los productores. Hoy en día se bebe café en todo el mundo. ¿Cómo se llega a todas las partes del globo a través de una agricultura sostenible sin caer en una producción masiva?
El café es ya, de por sí, un producto agrícola con una baja huella ecológica en términos de emisiones de carbono y en términos de defensa de la agricultura. Se está cultivando con el sistema de agricultura tradicional en África y en muchos países de Latinoamérica. Y allí donde se está cultivado de manera intensiva, por ejemplo, en Brasil, también se está iniciando una tradición hacia la agricultura regenerativa.
Yo he estado hace dos semanas en Brasil, en un viaje por las plantaciones, y he notado que ha comenzado un tren de agricultura regenerativa que ahora es todavía más fuerte, porque permite la desaparición de fertilizantes minerales que han aumentado mucho de precio.
Pero la ventaja es igual que con la energía. Es mejor tener una energía renovable que cuesta mucho menos, y contamina mucho menos. En la agricultura pasa igual, la agricultura regenerativa contamina menos y cuesta menos y ellos lo han entendido y lo están aplicando.
Aún así, son muchos problemas a resolver como, por ejemplo, cuántos recursos orgánicos estarán disponibles para cubrir todas las necesidades que tienen las plantaciones. Pero yo creo que lo conseguiremos.
Mi dilema estaba en que si el pasar de la agricultura convencional a esta no convencional pudiese producir una caída de productividad. En realidad he descubierto que puedo hacer el face in-face out, en el sentido que ellos comienzan a adquirir el suelo con productos orgánicos y de microorganismos, de este modo que el suelo se empieza a nutrir y a regenerarse. En el momento que el suelo empieza a enriquecerse y a nutrirse, disminuye la cantidad de órganos defensivos y fertilizantes minerales, hasta el punto de acabar totalmente orgánico.
Se puede hacer un facein-face out de lo convencional a lo nuevo sin perder productividad o incluso aumentándola. Es muy positivo, muy animador. Comenzamos con la agricultura regenerativa del café en 2018 y han pasado cuatro años y se está aplicando, incluso, en condiciones muy extremas.
Usted ha dicho que África y América Latina son regiones donde se produce el café. Esas dos áreas del mundo se caracterizan por un alto índice de pobreza y muchas veces se habla de la explotación de personas en las plantaciones. ¿Cómo garantizan el bienestar de las personas?
La cafécultura como la conocíamos hace 50 años, con problemas de explotación, ha mejorado mucho. Pero el problema es latente. Nos entra la duda de qué hacemos con los niños cuando las madres van a las plantaciones, los jornaleros... Hay que ser honestos, son riesgos que siempre tenemos que tener presentes.
Creo que el único modo de solucionarlo es alzar el valor añadido del producto que estamos vendiendo. En el 2015 fue la Exposición Universal de Milán y estuvo centrada, por primera vez, en el desarrollo sostenible. Nosotros éramos el partner oficial del café, en el pabellón llamado Coffe Cluster. Allí hicimos un foro internacional para escribir un documento que se llama Milan coffe legacy, que ahora es un documento oficial de las Naciones Unidas. En él escribimos una página muy breve subrayando de la importancia del café para la sociedad.
"Una iniciativa pionera en el 1991 fue la de la adquirir el producto directamente a los agricultores, sin intermediarios"
¿Cómo ayuda esto a las personas que lo cultivan y lo recogen?
Evidenciando el círculo virtuoso que hay tras el bienestar que el café produce a quien lo consume y lo que implica eso para quién lo produce, que es el desarrollo. Este círculo virtuoso va nutrido siempre de mayor calidad, diferenciación y sostenibilidad. Cuanto mejor sea la calidad del café, mejor aumentará el consumo y el precio final, y mejor se podrá pagar al productor en origen.
Este es el modelo que muchos colegas de la industria y traders están siempre persiguiendo. De hecho, una iniciativa pionera en el 1991 fue la de la adquirir el producto directamente a los agricultores, sin intermediarios. Esto crea un mercado muy similar al del vino, donde se va a la única botella, a la única etiqueta en el mundo y la unidad es un factor de valor muy importante. Esta es la vía, y continuar en la senda de la investigación para la calidad del futuro y de sus efectos y beneficios para la salud.
A lo largo de 30 años, el sector ha hecho 25 mil estudios sobre el café y la salud, lo que ha creado una base de conocimiento que permite afirmar que el café hace vivir mejor y más tiempo, es decir, está asociado a la longevidad. Además, por primera vez en la historia, la Organización Mundial de la Salud ha reconocido los efectos beneficiosos del el café. Esto crea fidelidad, lo que hace que pueda aumentar el consumo incluso en los países asiáticos, que lo veían como algo no beneficioso para para la salud, y lo están consumiendo cada vez más.
Los consumidores de café son 1,5 millones en el mundo, pero los ciudadanos son 8, podemos incluso redoblar el consumo del café con todo el beneficio para quién lo produce.
En la fundación ustedes son un grupo de personas que tienen un ideal de conseguir un mundo mejor, esto normalmente se asocia a personas más de a pie y no a grandes empresarios ¿Cómo son percibidas sus ideas entre sus colegas de las grandes compañías?
Nosotros somos personas muy prácticas. La sostenibilidad y el desarrollo es algo que está ya demostrado y lo han dicho aquí en Trento premios Nobel y grandes políticos. Se ha acabado el tiempo de las compañías que piensan solo en el beneficio neto. Es una medida equivocada, porque la verdadera fórmula es el valor. El beneficio neto se basa en las cuentas económicas, en cambio el valor se basa en el flujo de caja, son dos cosas muy diferentes.
Ahora mismo, lo que interesa a los accionistas es el valor de la empresa, ellos quieren crear valor para guardarlo en el tiempo, si en vez de eso guardo el beneficio, la empresa se va fuera. Por tanto, lo que realmente hace ir a una empresa adelante su valor.
"Una compañía que no es sostenible no tiene garantía de supervivencia en el medio plazo"
Pero, si no hay beneficios, a las compañías les resultará difícil hacer esa transición porque no podrán invertir.
Una compañía que no es sostenible no tiene garantía de supervivencia en el medio plazo y esto se está demostrando a raíz de estas grandes crisis energéticas y de alimentación. Hay mucha gente que ha tenido que parar la producción por culpa del coste de la energía. A todo pasado estas empresas entienden que, si hubiesen hecho reformas, con tecnologías renovables o tecnologías circulares, hasta el punto de llegar a la autosuficiencia, estaría garantizada su supervivencia y no habrían tenido que cerrar.
El mundo ha cogido el tren de la sostenibilidad, la Unión Europea está aprobando normativa tras normativa, cada más exigentes; los consumidores o los mercados financieros piden más y más sostenibilidad. Las empresas se han dado cuenta que haciendo la transición tienen una gran oportunidad. No lo entienden ya como amenazas, si no como una oportunidad de reducir costes, de tener beneficios reputacionales, lo que implica tener más clientes con precios más elevados, al tiempo que pueden acceder a un coste de la energía más bajo con bonificaciones estatales.
¿Realmente hay intención?
La gente lo quiere hacer pero el tema está en el cómo hacerlo, y aquí es donde llega el idealismo y no la práctica. Para hacerlo hay que cambiar la tecnología, la inversión... Tenemos que cambiar el paradigma económico. Es cierto que las renovables cuestan más porque debemos hacer un Capex para comprar la instalación, pero luego habrá un coste variable a cero. Nosotros hemos creado la Fundación, en parte, para tener el punto de vista de compañeros que ya lo hayan hecho, para que transmitan sus experiencias y conocimientos.
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