
Livia Pomodoro (Molfetta, Italia 1940) ostenta la cátedra de Sistemas Alimentarios para el Desarrollo Sostenible y la Inclusión Social de la UNESCO. Fue galardonada con el Caballero de la Legión de Honor de la República Francesa y el Presidente de la República Italiana le otorgó la Medalla de Oro de los beneméritos de la Escuela, la Cultura y las Artes. Durante el Festival de la Economía de Trento (Italia), organizado por Il Sole 24 Ore y Trentino, fue una de las ponentes de la mesa titulada El impacto de las sostenibilidad en el mundo de las finanzas y sobre los mercados. elEconomista.es ha tenido acceso a una conversación con ella después de su ponencia.
¿Por qué el actual sistema de alimentación del mundo occidental no es sostenible?
La alimentación sostenible, definida como el conjunto de dietas de bajo impacto ambiental que contribuyen a la seguridad alimentaria, sería un modelo deseable en Occidente, capaz de proteger al mismo tiempo la salud humana y el medio ambiente y que puede contribuir a la realización de muchos de los objetivos de la Agenda 30. Sin embargo, este sistema dista mucho de ser realista. Los costes de la producción actual de alimentos y de los patrones de consumo más comunes siguen siendo muy elevados.
El problema del hambre en el mundo aún no se ha resuelto: se necesitarían seis planetas como el nuestro para extender el estilo de vida occidental a los siete mil millones de habitantes de la Tierra. Se ha hecho mucho, pero todavía no disponemos de un sistema de detección de los factores ESG que implique a todos los países, y habrá que trabajar mucho en ello. Y aunque en Italia los elementos ESG parecen haber entrado en el sistema empresarial general, todavía no hay pruebas objetivas.
Por lo tanto, solo se puede esperar que el sistema empresarial y el político-institucional sepan interactuar inteligentemente para que un sistema adecuado y sostenible pueda satisfacer las necesidades de las comunidades.
¿Cuáles son las principales medidas que deben adoptarse a corto plazo para iniciar el cambio? ¿Y a largo plazo?
El factor más importante es la voluntad común del legislador europeo de actuar hacia una política común de los Estados de la Unión dirigida, en primer lugar, a una transición ecológica de la economía y, por tanto, también alimentaria, de nuestro continente.
Hoy, en cambio, el sistema alimentario mundial está inmerso en una densa serie de normas, indicaciones, vínculos y cláusulas, desde las nacionales a las de organizaciones internacionales y de instituciones no gubernamentales, es un caos que no beneficia la transición. Como titular de la cátedra Food for Suistainable Develpement and Social Inclusion de la UNESCO, me he ocupado mucho del derecho a la comida y al agua.
Actualmente tenemos que revisar nuestros parámetros. Para tener una relevancia real a corto y largo plazo, debemos, sobre todo, comprender que el mundo nos necesita en una dimensión diferente y que de las decisiones que tomamos hoy depende nuestro futuro. Una urgencia que hoy se ha hecho más apremiante con la guerra y la posterior crisis de abastecimiento de los recursos.
¿Qué consecuencias tendrá el cambio hacia la sostenibilidad en el mercado?
El mercado se verá favorecido por las actividades que combaten el fenómeno del cambio climático, y que implementan el uso eficiente de los recursos naturales y los factores de producción, así como el desarrollo de modelos de negocio circulares. Y que, además, prestan mayor atención a las cuestiones sociales más relevantes, como la valorización del capital humano, la promoción de la diversidad, la protección de la seguridad en el trabajo y de las condiciones contractuales, el impacto en las comunidades con las que la empresa mantiene relaciones.
Se necesita un impulso general a la sostenibilidad que también cambie la gobernanza de las empresas, con la inclusión del control de todas las partes interesadas: acreedores, gerentes, empleados, propietarios, accionistas, proveedores, sindicatos, organismos gubernamentales y las comunidades de las que proceden las empresas. Este sigue siendo el punto más crítico de la transición.
El acceso a los alimentos es uno de los principales problemas de muchos países. ¿Qué pasos deben darse para la transición hacia una alimentación sostenible justa?
Según los datos de las Naciones Unidas, en 2019, 690 millones de personas (el 8 % de la población mundial) no tenían alimentos suficientes. Un dato que ha crecido en 60 millones en los últimos cinco años y que podría llegar a 840 millones en 2030.
Con la actual situación internacional, los precios de muchos alimentos básicos han aumentado masivamente y son inaccesibles para las poblaciones más pobres. Por lo tanto, es fácil adivinar el enorme desafío al que se enfrentan los líderes mundiales para alcanzar el objetivo número 2 de la Agenda 2030: vencer el hambre.
La agricultura sostenible debería ser la punta de lanza del sector: un sistema de protección que permita obtener productos agrícolas de origen vegetal y animal con técnicas que pongan en primer lugar la protección de la salud humana, del medio ambiente y de su bienestar y sean compatibles con la protección del ecosistema en general.
Los objetivos de la Unión Europea para 2030 son, entre otros, reducir en un 50% la venta de antimicrobióticos para animales de granja y la acuicultura o utilizar el 25% de las tierras agrícolas para la agricultura biológica ¿Cree usted que son objetivos realistas?
En Italia, en 2020 se observó una reducción del 51% en las ventas anuales de antimicrobacterianos en comparación con 2011. Un paso adelante muy importante para alcanzar los objetivos fijados. En cuanto a la agricultura ecológica, actualmente se cultiva aproximadamente el 8,5% con métodos ecológicos. Para intensificarla, es necesario impulsar el consumo de alimentos orgánicos, aumentar la producción y mejorar aún más la sostenibilidad del sector.
El camino es todavía largo, pero los datos muestran que no es una tarea imposible, siempre que todos los Estados europeos legislen de forma clara y coherente.
¿Qué debe hacer la legislación para hacer sostenible la alimentación?
El sistema alimentario, desde la fase de producción hasta el consumo y los residuos, tiene un fuerte impacto en el medio ambiente, la salud y la seguridad alimentaria. El 20 de mayo de 2020, la Comisión Europea presentó la estrategia del productor al consumidor con el objetivo de construir un sistema alimentario sostenible, salvaguardar la seguridad alimentaria y proteger a los ciudadanos europeos y la naturaleza.
La estrategia debe proporcionar un marco reglamentario para una serie de leyes que la Comisión Europea propondrá en diversos ámbitos. Entre las propuestas figuran la revisión de la legislación sobre pesticidas, las nuevas normas sobre bienestar animal, los planes contra el desperdicio de alimentos y el fraude en el etiquetado de alimentos, la Iniciativa para la retención de carbono en los suelos agrícolas y la reforma del sistema agrícola de la UE.
Por el momento, se trata de declaraciones de intenciones que deben necesariamente hacerse realidad. A través de la cátedra de la UNESCO estamos elaborando un decálogo para productores y consumidores que vaya en la dirección indicada por la Comisión Europea. Y lo haremos, esperamos, invitando a trabajar con nosotros a las grandes empresas del sector, desde la producción hasta el consumo.
Garantizar el acceso a alimentos sanos, asequibles y sostenibles es otro objetivo de la Unión Europea. ¿Cómo se puede garantizar esto? ¿Deben existir leyes al respecto?
Como ya he dicho antes, necesitamos leyes comunes que garanticen el acceso de todos a alimentos saludables. Sin embargo, las medidas deben ser realistas. Incluso los pequeños pasos, si se consideran a escala mundial, pueden tener un gran efecto en la reducción del impacto ambiental causado por el consumo de alimentos. Pero también podemos hacer algo en primera persona para elegir una alimentación saludable y sostenible, basada consumir menos alimentos, desperdiciar menos y reducir el consumo de alimentos de origen animal.
¿Cree que la sostenibilidad ha penetrado en el mundo financiero y los ESG son ahora prioritarios a la hora de invertir?
Se ha hecho mucho en esta dirección, gracias también al impulso de los millennials, particularmente interesados en las temáticas de la sostenibilidad. El tema de las inversiones socialmente responsables se ha extendido al mundo de las finanzas, que ha adquirido una visión global de los factores ambientales, sociales y de gobernanza.
La pandemia y la guerra podrían retrasar el logro de los objetivos, pero el desafío de implementar la transición energética y económica debe abordarse de inmediato. Sin embargo, es importante que no solo las grandes empresas, sino toda la cadena de suministro, se adapte a las necesidades de sostenibilidad para obtener beneficios concretos no solo para las propias empresas sino también para la comunidad en su conjunto.