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Historia de DYC, el primer whisky español que lucha contra su leyenda negra

  • La compañía de origen segoviano ahora es japonesa, tras ser adquirida por Suntory
  • Se hizo con un hueco en el mercado nacional gracias a que su precio era muy inferior a las importaciones
  • El bajo precio le generó un problema de reconocimiento, al asociarlo con una marca de bajo status
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Para Irlanda y Escocia, el whisky no es solo una bebida, es una cuestión de orgullo, identidad y legado. Desde hace siglos, ambas naciones pelean por dilucidar quién es el padre de este producto, cuyos orígenes no acaban de estar claros. Pero mientras se enfrentan entre ellos por la paternidad del símbolo nacional, ambos miran con escepticismo a las destilerías del resto de países que se atreven a hacer whisky, casi como si fueran herejes.

Este es el competido sector en el que hace casi 70 años decidió introducirse un empresario segoviano, que decidió desafiar las normas no escritas del mercado para fabricar un whisky nacional que pudiesecompetir con las grandes etiquetas escocesas e irlandesas.

Nicomedes García Gómez comezó su aventura casi de casualidad. Su padre era un modesto empresario de bebidas alcohólicas, que había empezado a destilar anís en 1910. Fallecido prematuramente en 1919, Nicomedes heredó la destilería, y empezó a buscar un producto más refinado y distintivo. Patentó la marca como Anís La Castellana, que se convirtió en un producto de cierto éxito.

En 1929, tuvieron un revés, tras serle rechazado un pedido de 100 barriles de cerveza Mahou, de la que tenía los derechos de distribución en Segovia, por estar en mal estado. Pero en lugar de tirarlas, decidieron aprovechar esa mercancía para destilarla y envejecerla en barricas de roble, a ver qué salía de ahí. Y tres años después, lo que encontraron era una bebida bastante rica, que no se podía considerar whisky, pero cuyo sabor se parecía bastante. Se pasaron toda la Guerra Civil consumiendo este producto, y además sirvió para disparar el interés del empresario en este producto.

Barriles de whisky DYC
Imagen: DYC

Tras la guerra, empezó a plantearse más seriamente fabricar whisky. El problema es que estaba prohibido destilar alcohol de cereales. Con la época del racionamiento aún muy reciente, la ley establecía que los cereales solo se podían destinar a productos de primera necesidad, y el whisky no lo era. Pero aprovechando su posición como presidente de la Cámara de Comercio de Segovia, y los contactos que había hecho gracias a que era un empresario de éxito, logró convencer al régimen para que le permitieran dar el paso, alegando que cada año se importaban 50.000 cajas anuales de whisky de forma legal, y otras tantas de contrabando, pagadas con un dinero que estaba yéndose al extranjero.

Con la ley modificada en favor de sus intereses, y tras varios viajes a Escocia para conocer mejor el producto, en 1958 fundó Destilerías y Crianza del Whisky. DYC. Se asoció con otros 13 empresarios, que aportaron un capital inicial de 55 millones de pesetas. La sede estaba en Palazuelos del Eresma, en Segovia, en un terreno cedido por el Marqués del Arco. Este socio también aportó un palacete del siglo XV, que había sido antes una fábrica de harinas y aún antes de papel. El lugar era perfecto, porque tenía acceso al agua pura y abundante de río Eresma, clave para poder elaborar un buen whisky.

Un nuevo whisky

Tras construir las bodegas y adaptarlas a esta nueva producción, a principios de la década de los 60 salieron las primeras botellas. La expectación era enorme. Y no defraudó. La calidad de aquellas primeras 90.000 cajas era más que aceptable, y gracias a que el precio era muy inferior al de las importaciones, logró hacerse con un hueco en el mercado nacional. El éxito fue tan grande que en un año ya había amortizado la mitad del capital inicial aportado por los socios.

Además, también se aprovechó de una evolución en los gustos de los españoles, que siguiendo las referencias culturales estadounidenses, dejaban atrás el anís y el brandy para disfrutar del whisky y la ginebra. y DYC estaba perfectamente posicionado para aprovechar este auge.

Tan pronto como en 1966, la compañía ya estaba aumentando la fábrica para poder cubrir toda la demanda. Y en 1974 lanzaron DYC 8, añejado un mínimo de 8 años, y que sorprendió al país por su calidad. También destacó el diseño de la botella, inspirada en la Casa de los Picos de Segovia, un emblemático edificio del siglo XV ubicado en el corazón de la ciudad.

La marca también se aprovecha de la fuerza de la publicidad, un sector que el fundador, Nicomedes García, también dominaba, pues en 1942 había fundado su propia agencia de publicidad, Azor, que se había hecho muy famosa por el diseño de la campaña del Toro de Osborne.

La competencia de importación y el 'status'

La publicidad fue clave para superar las dificultades vividas tras el fin de la dictadura y la llegada de la democracia, que facilitó las importaciones y la llegada a España de whiskys de origen extranjero, lo que hizo que DYC fuese visto como un producto de menor status. ¿Cómo va a ser bueno un producto que es mucho más barato? Una leyenda que le acompaña hasta nuestros días, a pesar de que han recibido innumerables premios por la calidad de sus productos.

En 1989, cuando la marca ya fabricaba más de 20 millones de litros de whisky al año, fallece el fundador Nicomedes García, y la compañía entra en una nueva etapa. Los herederos la ponen a la venta, y es adquirida en1992 por el gigante Allied Domecq, que supera a otros interesados como Larios o Seagram, que también pujaron por la empresa segoviana.

La llegada de un nuevo dueño, con capital para invertir, permitió modernizar y automatizar la planta de embotellado de la compañía, que se convirtió en pionera en España. La compañía dio un salto de ventas, gracias también a la campaña de publicidad 'para gente sin complejos', una de las más prestigiosas y reconocidas en la historia de España.

Un vaso de whisky DYC
Imagen: DYC

El problema es que Allied Domecq contaba con demasiadas marcas, y prefería enfocarse en algunas de ellas y no estar tan diversificado, así que en 2005 decidió vender la compañía a Pernord Ricard, que contaba con el respaldo de Beam Global, que es quién se quedó finalmente con DYC. La celebración del 50 aniversario de la compañía no llegó en el mejor momento pues, en plena crisis económica, se vio obligada a aplicar importantes medidas de ajuste, cerrando fábricas y despidiendo a parte de la plantilla.

Posteriormente, en 2014, DYC pasa a manos japonesas, después de que Suntory comprase Beam, propietaria de la marca. Y cambiaba las prioridades de la compañía, pues mientras los americanos se enfocaban en los beneficios, el nuevo dueño persigue, sobre todo, la calidad y la exclusividad. Un objetivo que comparten los nuevos lanzamientos de DYC, que luchan por acabar con la etiqueta de whisky para pobres que ha acompañado siempre a la compañía.

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