
La consejera de Hacienda, Carolina España, indicó el jueves que estudia nuevas bajadas de impuestos y el viernes ya estaba el ministro Cuerpo diciendo que no se pueden pedir más recursos al mismo tiempo que se rebaja la presión fiscal. Sorber y soplar a la vez, fue la imagen que usó el ministro. Pero el caso es que sí se puede.
Las comunidades autónomas tienen, por ley, autonomía fiscal sobre determinados tributos (sucesiones, patrimonio …) y pueden aplicar deducciones en el tramo autonómico del IRPF. Es más, Andalucía es un caso de libro de cómo bajar los impuestos le sienta bien a la economía: se recauda más porque hay más contribuyentes y más actividad, y se pueden financiar mejor los servicios públicos. O sea que pueden soplar dentro de sus competencias.
Pero al mismo tiempo, es obligación del gobierno andaluz reclamar una financiación justa para la comunidad. El modelo actual es injusto para Andalucía. Lo pactó ZP con ERC en 2009, sin que Andalucía tuviese ni voz ni voto. Que las cuentas no salen lo dice el ejecutivo actual y lo decía hasta la ministra Montero hace unos años. Es una cuestión de matemáticas. Faltan 1.500 millones al año con el criterio de población ajustada, sobre el que también hay consenso como el más justo. Y está además la certeza de que lo que se avecina será aún peor si sale adelante el cupo catalán. Luego entonces no sólo debe sorber, sino que tiene que hacerlo.
El argumento en el que insiste el Gobierno de la nación es que Andalucía recibe más dinero que nunca del Estado. Y es cierto. Pero al mismo tiempo es un argumento falaz. No es un problema de números absolutos sino de proporciones. La tarta es más grande para todos, luego la porción que corresponde a Andalucía es mayor. No por una decisión graciosa ni discrecional. Es por ley: a la comunidad le corresponde el 50% del IRPF y del IVA que se recauda en su territorio. No porque lo diga Pedro Sánchez. Es la ley. El lamento andaluz es que le corresponde un porcentaje mayor de la tarta, al margen del tamaño. Y que ahora otros se están comiendo su parte, y hay quien aspira a devorar aún más.
El argumento de Cuerpo, sorber y soplar, puede ser además reversible. El Estado dispone de la mayor financiación de la historia reciente vía impuestos por la inflación y por la llegada de fondos europeos (70.000 euros ya en la buchaca y 83.000 más por llegar), luego sorbe como nunca. Y al mismo tiempo, con 69 subidas fiscales en los últimos años y anunciando ya más presión fiscal para pagar el cupo catalán, sopla a nivel campeón.