Opinión

El modelo multienergético se abre camino

  • La progresiva electrificación y los biocombustibles son el centro del desarrollo

Decir que el sector de la energía se encuentra en un profundo proceso de transformación es un tópico. Esta afirmación ha sido válida durante mucho tiempo y lo sigue siendo en la actualidad con un escenario que vuelve a ser tremendamente dinámico. Las principales tendencias que influyen en esa transformación y marcan la evolución de los mercados son recurrentes, la volatilidad en los precios de las materias primas, las tensiones geopolíticas que dificultan el suministro y la operativa, la creciente presencia de las energías renovables o la presión regulatoria sobre el sector en el marco de la transición energética.

Según el último informe de perspectivas de KPMG, a esas tendencias se añaden las apuestas de los directivos de las compañías del sector por la digitalización, la atracción y retención del talento necesario para la realidad actual y futura del mundo de la energía y el impulso de los criterios ESG. Esas apuestas pretenden llevar al sector hacia un modelo de la energía más eficiente, sostenible y resiliente.

El camino hacia la transición energética avanza, pero no está exento de retos. Para el World Economic Forum (WEF), en los últimos años se han producido importantes mejoras en la eficiencia energética y en el uso de fuentes de energía renovable, pero el aumento de los precios de la energía y las posibles disrupciones en el suministro por los riesgos geopolíticos han frenado los avances de la transición. A pesar de la complejidad de los mercados energéticos y de las incertidumbres del escenario actual, sigue siendo necesario que todos los agentes de la cadena de valor continúen impulsando la transformación y descarbonización de los sistemas energéticos, aprovechando las fuentes y tecnologías más innovadoras y fomentado la inversión en nuevos modelos de negocio.

En la actualidad, una de las señas de identidad de la transición energética es la coexistencia de las fuentes renovables con las tradicionales, con tendencias contrapuestas. Las fuentes renovables siguen tomando protagonismo en el sector eléctrico. En el caso de España, durante el mes de mayo de 2024 la producción de energía solar fotovoltaica ha superado a la de la energía eólica, suponiendo la cuarta parte del total de la generación eléctrica. Además, se ha situado, por primera vez en la historia, como la principal fuente del mix energético español. La energía solar ha tomado el relevo de la eólica, que venía siendo la principal fuente de generación eléctrica en España desde hace varios años. A nivel global, la capacidad solar y eólica siguen creciendo y la participación de estas energías renovables en el consumo total de energía primaria alcanzó el 14,6%, según un análisis del Energy Institute.

El consumo de combustibles fósiles, por su parte, ha alcanzado un máximo histórico impulsado principalmente por el carbón y el petróleo. En el caso del petróleo, su consumo superó en 2023 los 100 millones de barriles diarios por primera vez. Por el lado de la oferta, su producción a nivel mundial también aumentó en 2023 alcanzando cifras récord. Se prevé que el crecimiento de la demanda mundial de petróleo se vaya ralentizando a medida que avance la transición energética, aunque a corto plazo seguirá incrementándose la producción de esta materia prima, lo que generará una capacidad excedentaria y creará tensiones en el mercado y en las economías productoras.

Tendencias como la creciente demanda de petróleo de las economías de rápido crecimiento en Asia y el mayor consumo de los sectores de la aviación y petroquímico equilibrarán la menor demanda como resultado del aumento del parque de vehículos eléctricos, la mejora en la eficiencia energética de los vehículos con combustibles tradicionales, el menor empleo de la materia prima en la generación de electricidad en Oriente Medio o los cambios estructurales de la economía. En síntesis, combustibles tradicionales y energías renovables coexistirán durante un largo tiempo, en un escenario modulado por la transición energética, la descarbonización, la electrificación o los biocombustibles.

En este proceso de transición energética y de coexistencia de diferentes formas de energía, las compañías que llevan más tiempo en el negocio están abordando planes de crecimiento y de transformación para convertirse en operadores multienergéticos, adaptándose a las demandas del mercado y a las necesidades de los clientes, buscando la compatibilidad entre sus estrategias de negocio y los objetivos de la transición energética.

Un claro ejemplo de esa transformación son las compañías que tradicionalmente tenían como foco de sus negocios los hidrocarburos. Este tipo de productos van a seguir siendo durante mucho tiempo la base del consumo energético, especialmente en sectores como el transporte, conviviendo con los biocombustibles. Su papel clave perdurará por el impacto que tienen tanto en la economía como en la sociedad y en el día a día de las personas. Para hacer frente a todos los desafíos y oportunidades que plantea el futuro energético, muchas compañías de hidrocarburos buscan operar combinando las energías tradicionales con nuevas formas de energía.

Por ello, su transformación pasa por el impulso de los biocombustibles y por entrar en el negocio eléctrico, aprovechando la progresiva electrificación del transporte por carretera y abordando el suministro eléctrico basado en energías renovables a consumidores mayoristas y minoristas. Las características de este mix facilitan la oferta a sus usuarios de beneficios económicos directos al contratar al mismo proveedor multienergético, creando nuevos modelos de negocio, más innovadores y adaptados a la demanda.

Las compañías del sector están diversificando sus actividades para ocupar más eslabones de la cadena de valor. Empresas de petróleo y gas que abordan negocios más verdes, operadores de hidrocarburos que se suman al mercado de la electricidad o refinerías que se convierten en hubs multienergéticos son ejemplos de esa diversificación. Para hacerlo se apoyan en nuevos modelos de negocio, en las posibilidades que aporta la digitalización, en el empuje y la creatividad del talento y en ecosistemas de socios que les facilitan una mayor integración en la cadena. Nuevos tiempos para un ecosistema que evoluciona de un esquema tradicional a un disruptivo modelo multienergético y que tiene como objetivo conseguir un futuro más sostenible para las empresas del sector.

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