
Pedro Sánchez ha caído en su propia trampa. Llegó a la presidencia gracias a una moción de censura contra el PP por corrupción, ha hecho de la lucha contra ésta una de las banderas de su mandato sin reparar en la expulsión de ministros bajo sospecha, como José Luis Ábalos pero, sin embargo, sale en defensa de su esposa, investigada por presunto tráfico de influencias y corrupción. ¿Por qué no aplica la vara de medir que utiliza para los demás a si mismo? Esta es una de las grandes contradicciones que a partir de ahora lo atrapará en la máquina del fango de Umberto Eco, de la que él culpa a los demás.
Un tipo tan listo como Sánchez debería haber aprendido de los errores cometidos por otros presidentes que pasaron por La Moncloa. Una de las tentaciones de cualquier Gobierno, después de pasar la primera legislatura en el poder, es la de meter la mano en el bolsillo del Ibex, creyendo que es una caja sin fondo, y a partir de ahí comienzan los problemas.
Aznar y, sobre todo, Rato pasarán a la historia por el llamado capitalismo de amiguetes. El presidente y su vicepresidente segundo nombraron a sus amistades al frente de las grandes empresas y luego intentaron influir en ellas. No se sabía dónde acababa su poder y comenzaba el del Ibex.
Aznar se apoyó en su gran amigo Miguel Blesa, al que nombró presidente de Caja Madrid, mientras que Rato logró que Emilio Botín salvara a su grupo empresarial y luego embarcó al extinto presidente de Telefónica, César Alierta, en la compra de Prisa.
Fuentes cercanas a la familia de Alierta aseguran que ésta se llevó una gran sorpresa tras su muerte. Su patrimonio se había reducido al 10% de lo estimado después de invertir gran parte de su fortuna en Prisa, dueña de El País y la SER. El control de la Prensa siempre fue y sigue siendo la obsesión de cualquier político.
Zapatero, uno de los presidentes más rojos que tuvimos y amigo de Nicolás Maduro, pasará a la historia por pastorear a los grandes banqueros y los popes del Ibex por los jardines de Moncloa como si fueran ovejas mansurronas a su servicio. Intentó el asalto a Endesa para quitar a Manuel Pizarro, otro de los amiguetes de Rato. Un gran error, porque España traspasó a Italia a uno de sus buques insignias en Latinoamérica.
Rajoy intentó mover la silla de Ignacio Sánchez Galán en Iberdrola, pero la jugada, afortunadamente, le salió mal, porque una de las grandes joyas del Ibex podría haber naufragado. Luego la fastidió dando todo el poder de Caja Madrid a Rato, que llenó de políticos su consejo de administración hasta quebrarla. El juicio sobre sus tejemanejes internos amenaza con devolverlo a la cárcel, como en el juego del Monopoly.
Sánchez quitó a Iván Redondo por presión al Ibex, y ahora defiende por lo mismo a su esposa
También fue Rajoy, a través de la Sepi, el que puso el primer pie en Indra con la excusa de que era una empresa estratégica, que podía caer en manos extranjeras. Una idea que copió Sánchez para entrar en Telefónica y levantar una red de empresas mariachi (Sapa y Escribano) para afianzar el poder público en Indra, al igual que en Prisa.
La verdad del barquero es que Sánchez fulminó a su jefe de Gabinete, Iván Redondo, cuando descubrió sus maniobras en la oscuridad para introducir a personas de su confianza en los consejo del Ibex, con la excusa de que debían aumentar hasta el 40% su cuota femenina.
El ex jefe de gabinete aún presume de que se fue porque quiso y que le ofrecieron un ministerio para que se quedara y así fue, pero uno alejado del gran poder y sin capacidad de maniobra sobre el Ibex como él quería. Esto no sale en las hagiografías escritas bajo encargo en su égida.
En estos momentos, hay pruebas suficientes para afirmar que la esposa del presidente, Begoña Gómez, fue llamando una por una a varias puertas del Ibex en busca de apoyo económico para su cátedra en la Complutense.
En Moncloa tienen registro de todas las visitas a directivos de Begoña Gómez en coche oficial
Hay una veintena de empresas que entraron al trapo, en muchas ocasiones con más miedo que vergüenza, porque no daban crédito a que la esposa del presidente se presentara en sus oficinas a pedir dinero en coche oficial y con seguridad puesta por Moncloa. "Qué remedio quedaba, más que colaborar", reconocen algunos responsables.
En la mayoría de los casos se agarran a que pensaron que contribuían a un proyecto universitario sin ánimo de lucro, pero el susto vino cuando se conoció que Begoña Gómez creó en noviembre pasado, pocos meses después de la tercera reelección triunfal de Sánchez, su propia empresa, Transformación Social Competitiva (TSC), con el material educativo e informático y hasta con el mismo nombre de la cátedra para vender servicios de formación a terceros.
Para mayor descaro, Gómez utilizó la red de las Cámaras de España, tuteladas por el Ministerio de Economía, para intentar colocar sus cursos a los socios interesados de estas organizaciones.
Su mentor, el empresario aragonés Juan Carlos Barrabés, obtuvo 4 millones de los fondos Next Generation, lo que ha provocado que la Fiscalía europea tome cartas en el asunto.
Aunque en sus epístolas en redes responsabiliza a la alianza de Feijoo con la ultraderecha de Abascal (fiel remedo de la conspiración judío-masónica de otros tiempos), Sánchez debía estar al tanto del asunto, porque en Moncloa hay un registro oficial de cada una de la salidas y entradas de su esposa del complejo presidencial y a quien visitaba.
En una de las reuniones para montar un ciclo sobre sostenibilidad, se planteó la dificultad para captar patrocinadores y alumnos interesados y Begoña Gómez, según un testimonio recabado por elEconomista.es, soltó sin complejo: "Con eso no hay problema, mi marido, con cuatro llamadas al Ibex lo arregla", para perplejidad de los asistentes. El proyecto, finalmente, no salió adelante por la oposición de alguno de los organizadores, al contrario que el de la Complutense.
Gómez está atrapada en la red de investigación del juez Juan Carlos Peinado, que no tiene nada que perder porque está al borde de la jubilación. En enero, pidió una prórroga de dos años que le otorga tiempo suficiente para dictar un veredicto antes de retirarse. La mejor prueba de su desafío es que la imputó en vísperas de las europeas, sin atender al calendario electoral.
No es verdad, como señala la propaganda oficial, que el magistrado se haya saltado el procedimiento al citar a Gómez sin oír antes a los testigos o en contra de la Guardia Civil, si no al revés. Le comunicó antes su derecho a disponer de un abogado para que no pueda alegar desprotección. Además, la Audiencia de Madrid avala las investigaciones. También es mentira que su ideología sea próxima a VOX, aunque su hija sea concejala del PP en Pozuelo de Alarcón (Madrid)
Suceda lo que suceda, porque la habilidad política de Sánchez es insospechada y aún está en duda que vaya a perjudicarle en las elecciones, los presidentes del Gobierno deberían aprender de una vez para siempre la lección: no metan las manos en el Ibex. España es un gran país gracias a que tiene grandes empresas, que nacieron y crecieron por los cinco continentes debido a la independencia de su gestión.
"La tensión es muy alta, en ocasiones insoportable, y así es muy difícil gestionar en un mundo tan competitivo, porque estamos más pendientes muchas veces de los problemas políticos que de lo importante", afirma un presidente del Ibex. Política y empresa son una mezcla explosiva. Sánchez no supo frenar a su esposa ni separar su poder político del empresarial y ahora tiene un problema, que no sabemos dónde terminará.
PD.- El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, uno de los más brillantes que tuvo la institución, dejará esta semana el cargo sin un destino definido. Agotará su perteneciendo a una de las comisiones del BCE y dispondrá de un despacho en el Banco de España, donde es funcionario. La falta de sintonía con el Ejecutivo le inhabilita para aspirar a cualquier puesto internacional de la más mínima relevancia, ya que la consulta al Gobierno resulta obligatoria. De Cos sonó, además, como un firme candidato a la vicepresidencia económica con un hipotético Ejecutivo de Feijóo.
España apenas cuenta con figuras relevantes en la escena financiera europea. Luis de Guindos fue designado vicepresidente del BCE el mismo día de la moción de censura a Rajoy y José Manuel Campa, que suena como gobernador, presidió la EBA gracias a Sánchez. Es una pena que los nombramientos sean decisiones políticas y no por méritos.