Opinión

Bajarse al moro

  • Sánchez da dinero al cultivo marroquí en detrimento del campo español y aportación al PIB
Fotografía de Pedro Sánchez y Mohamed VI.

No se dignó a acudir a los funerales de los guardias civiles asesinados en Barbate ni a dar el pésame en persona a las familias, pero respondió ipso facto a la llamada del monarca alauí y en menos de 24 horas se presentó en Marruecos a rendirle pleitesía.

¿Se trajo algo de esa visita tan urgente y sorpresiva? que sepamos nada. Ni la reapertura de las fronteras de Ceuta y Melilla, ni un acuerdo sobre la inmigración ilegal que azota las Canarias, ni mencionó la competencia desleal de las producciones hortofrutícolas marroquíes, mientras los agricultores españoles y europeos recrudecen sus protestas en las carreteras y ciudades reclamando igualdad de normativas y exigencias para las importaciones de productos de países de fuera de la UE. Y tampoco obtuvo, porque ni siquiera tuvo el valor de mencionarlo, un compromiso sobre el control del narcotráfico en la costas gaditanas.

Sobre todo porque, como es de sobra conocido, Marruecos es el mayor exportador mundial de hachís y marihuana, que estas plantaciones son una de las mayores fuentes de ingresos de su economía y parte sustancial de su PIB, aunque su cultivo -del que viven allí 90.000 familias- sea ilegal.

Pero si no se trajo nada si les dejó algo. Nada menos que el compromiso de regalar a Marruecos 45.000 millones de euros para inversiones hidrográficas, mientras aquí en muchas regiones, ciudades y pueblos españoles sufren restricciones de agua y ven peligrar su agricultura y el turismo a causa de una sequía que apunta a hacerse endémica.

45.000 millones que vamos a pagar todos nosotros con nuestros impuestos al tiempo que sufrimos una política fiscal expoliadora y abusiva que ha llevado a las empresas energéticas como Iberdrola o Repsol a amenazar con paralizar sus inversiones en España.

Recordar aquí que el rey Mohamed VI ha levantado una megalópolis en el Sáhara Occidental para inundar Europa con sus hortalizas incurriendo, como señala un reciente estudio de la ONG Mundubat y la organización agraria COAG, en competencia desleal por los bajos precios y con dudosas condiciones fitosanitarias. Planes para los que el soberano alauita cuenta también con la inestimable colaboración de Pedro Sánchez quien, mientras la sequía azota a España, ha decidido conceder un crédito de 250 millones de euros para construir la mayor planta desaladora de agua con última tecnología en Marruecos que construyen empresas directamente vinculadas con el primer ministro marroquí. Porque para Marruecos si hay dinero del sanchismo en detrimento de nuestro sector agroalimentario que ha aumentado hasta el 9,7% su aportación al PIB nacional, 3,2 puntos por encima de la media europea, y que tiene el mayor superávit exterior de la economía nacional, con más de 13.000 millones de euros de saldo, y supera en un 56% al automóvil.

Porque a Sánchez le ocurre como a los protagonistas de Bajarse al moro, la película de Fernando Colomo de 1989, que las cosas aparentemente sencillas no lo son tanto, sino que dependen de las complicaciones que las relaciones humanas pueden generar. Sobre todo si estas relaciones humanas están condicionadas por el escándalo, aún no aclarado del espionaje del teléfono móvil del presidente del Gobierno, del que se acusó al reino alauita a través del programa Pegasus de origen israelí.

A la vista de todo esto y ahora que, a raíz del "caso Ábalos", el presidente acaba de comprometerse a luchar de forma "implacable" contra la corrupción "caiga quien caiga" lo primero y más importante que debería explicarnos Sánchez para dar credibilidad a esa lucha implacable que promete, aunque ya tiene sobradamente demostrado el nulo valor de su palabra, es, como cantaba el desaparecido Georgie Dann es: Pedro ¿qué será lo que tiene el moro? Si es que puede hacerlo sin mancharse.

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