
Las sorpresas, ya sean positivas o negativas, son un factor determinante en la evolución de las bolsas. En mis previsiones para 2024, anticipé que los pesimistas volverán a quedarse sin palabras en cuanto lleguen las ganancias de dos dígitos. Pocos apuestan por ello; argumentan que, a las consabidas calamidades de 2023, se suman otras nuevas, igual o más comentadas, como la guerra entre Hamás e Israel. Pero lo cierto es que los mercados no tardan en descontar estas inquietudes ampliamente observadas, de tal forma que, si alguien vendió sus acciones por las subidas de los tipos de interés, la inflación, la guerra de Ucrania o el miedo a la recesión, probablemente lo hizo hace mucho. Las cotizaciones ya reflejan esos temores.
Los verdaderos riesgos para la renta variable son los eventos económicamente significativos y que pasan desapercibidos, es decir, aquellos que aún no han sido descontados por los mercados. En mayo de 2023 hablé de algunos de estos riesgos "escurridizos" y que, por suerte, aún no se han materializado. Es conveniente seguir observando la evolución de algunos de ellos, a los que se han añadido otros nuevos riesgos.
Para muchos inversores, los conflictos en Ucrania y Oriente Medio siguen representando una amenaza para los mercados. Sin duda, son sucesos trágicos, pero que en ningún caso plantean un riesgo de impacto, pues se han analizado exhaustivamente y su impacto económico es pequeño en términos internacionales. El alcance de las tensiones entre China y Taiwán, en cambio, es mayor, pero se han discutido hasta la saciedad desde hace mucho tiempo y el riesgo de que llegue a producirse una guerra entre estas dos potencias ha disminuido. La hipótesis de un enfrentamiento entre las dos Coreas se remonta a la década de los cincuenta, por lo que también se trata de una cuestión ampliamente debatida. Ambos eventos, pues, carecen de capacidad de sorpresa.
Fíjese, por el contrario, en el triángulo nuclear formado por China, India y Pakistán. Las tres potencias vecinas mantienen una dilatada rivalidad por refriegas fronterizas, asuntos religiosos y culturales y la hegemonía económica y política. En 2023, el PIB de la diminuta y calamitosa economía pakistaní se hundió mientras la inflación interanual se disparaba hasta el 30% y la deuda pública se descontrolaba (a diferencia de la estadounidense o la española, la dudosa deuda paquistaní es difícil de vender y aún más de revender). Por su parte, India, la quinta economía más grande del mundo, crece a buen ritmo, aunque a su Gobierno le molesta que Putin esté atrayendo a Pakistán a la órbita rusa con un petróleo barato que antes le vendía a ella.
China es un coloso, pero se muestra incapaz de reactivar su "milagroso crecimiento" por las innumerables restricciones que ha impuesto el presidente Xi Jinping, que no deja de ser un dictador que concentra todo el poder. India está ansiosa por convertirse en el eje regional entre Oriente y Occidente y recela del favoritismo de China por Pakistán. China no soporta que India la supere en población y quiere obstaculizar su progreso. La probabilidad de que estalle el desastre no es alta, pero tampoco insignificante.
En otro orden de cosas, no puede descartarse que el crédito se congele sin previo aviso si la expansión internacional de los préstamos cae muy por debajo de las tasas de inflación. De hecho, si esto hubiera sucedido en 2023, podría haber provocado una profunda recesión mundial. La elevada inflación y el aumento de los tipos podrían haber provocado que los costes de los depósitos bancarios subieran de forma súbita, aunque no ha sido así por el momento. En Estados Unidos llegaron de media al 0,47% al cierre del ejercicio, algo por encima del mínimo del 0,35% registrado en febrero del año pasado, mientras que, en España, pese a haberse cuadruplicado desde enero de 2023, los tipos aplicados a los depósitos son solo del 0,63%.
No obstante, la concesión de créditos se ha ralentizado. En España, la actividad crediticia cayó un 4,8% en 2023. En Estados Unidos, aumentó un 11,4% interanual en términos globales a principios de 2023 y un escaso 2,3% este año (un crecimiento que va a la zaga de la subida interanual de la inflación del 3,3% que se registró en diciembre). En la eurozona, el crédito corporativo está descendiendo levemente. Pero, cuando hablamos de financiación, lo importante es qué sucede a escala mundial, y los niveles actuales son positivos. En todo caso, sí que me inquietaría que la tasa de crecimiento de los préstamos siguiera cayendo por debajo de la tasa de inflación.
Por otra parte, la reducción de la oferta monetaria favorece la desaceleración, y el indicador más amplio para medirla, el agregado monetario M4, disminuyó un 1% interanual en noviembre, en paralelo al descenso del M3 de la eurozona. En una situación normal, sería motivo de zozobra, dado que la contracción de la oferta monetaria puede desencadenar una recesión, pero, en este caso, viene derivada de una política artificialmente expansiva iniciada con la pandemia. Aun así, si esta tendencia se consolidara, me preocuparía.
La nueva regulación de las criptomonedas, que afecta a los activos accesorios, aún no se ha concretado, pero podría convertirse en un posible riesgo. La campaña internacional contra estas divisas se ha limitado a la imputación del fundador de FTX y del director general de Binance. Habrá que seguir de cerca las implicaciones de la autorización de fondos cotizados de Bitcoin por parte de la Comisión de Valores y Bolsa de EEUU y de la puesta en marcha del Reglamento relativo a los mercados de criptoactivos en la Unión Europea.
¿Otro nuevo riesgo normativo? La nueva normativa sobre inteligencia artificial, pues un exceso regulatorio podría hacer mella en las innovaciones. Los gigantes tecnológicos pueden asumir el nuevo conjunto de medidas de la UE, promovido por España, pero las normas que se deriven del Proceso de Hiroshima del G-7 podrían perjudicarles. Seguiremos atentos a esta situación.
Soy optimista con respecto a 2024, pero, como siempre, mi principal preocupación es que suceda un evento de gran magnitud que nadie había previsto, un verdadero mazazo. Por lo tanto, olvídese de los acontecimientos recientes y no intente buscar cuál será la mecha que reavive la inflación o el conflicto en Ucrania: estos temores son agua pasada. En su lugar, preste atención a las amenazas latentes en un plazo de tres a treinta meses, y no olvide que, como en 2023, los temores, cuando han sido objeto de un exhaustivo seguimiento, son siempre alcistas.