Opinión

Del diálogo social al despotismo laboral

  • España es líder del desempleo en la UE, ya que duplica la tasa media de los Veintisiete 
Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. EP

El informe del BBVA no puede ser más concluyente y contundente. La reducción de la jornada laboral que propone la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo -de 40 horas semanales a 38,5 este año y a 37,5 en 2025 manteniendo el salario- restaría en torno a 6 décimas el crecimiento medio anual del Producto Interior Bruto (PIB) durante el próximo bienio reduciría en 8 décimas el aumento del empleo al no ir acompañada de medidas compensatorias que alivien la subida de los costes laborales.

Teniendo en cuenta que la jornada laboral real en España, según convenios, es de poco más de 34 horas, y los datos de la Contabilidad Nacional Trimestral que elabora el INE muestran que la jornada semanal media realizada por los trabajadores ocupados es la menor de los últimos cuatro años, además del desprecio al diálogo social que suponen el despotismo y la decisiones unilaterales del Gobierno que aumentan la inseguridad jurídica, las ocurrencias populistas como esta sólo sirven para incrementar el desmoronamiento y la precariedad de un mercado laboral que restando el número de personas ocupadas de los desempleados inscritos en el SEPE tiene casi cuatro millones de parados reales (3.962.047) con datos de diciembre. Cifra que supone 1.254.591 parados más que los que muestran las estadísticas del Ministerio, con un aumento de 30.522 personas respecto al año precedente.

Un mercado laboral en un país, España, que lidera el desempleo de la UE duplicando la tasa media de los Veintisiete y en el que, como muestra el último informe del Gabinete de Estudios de USO, el número de demandantes de empleo con relación laboral se ha incrementado en diciembre en 123.893 personas, alcanzado los 746.077. Incremento que se corresponde con el paso a la inactividad de fijos discontinuos. De hecho, los demandantes de empleo "no parados" al finalizar diciembre de 2023 superaban los 1,7 millones de personas.

A ello se suma que la contratación indefinida ha disminuido en 2023 con respecto a 2022 en un 5,8% y el conjunto de la contratación lo hace en un 15,7, mientras que la duración media de los contratos no deja de disminuir quedándose en 46,3 días, un 13,31% menos que en 2021 donde fue de 57 días y un 36,1%, algo más de uno de cada tres contratos temporales, dura menos de una semana. Lo que significa que en España tener un contrato fijo no significa tener un empleo estable ni poder llegar a fin de mes.

Esta es la realidad de nuestro mercado laboral y no la que pintan los mundos de Yoli, la chica del cohete, que más allá del populismo cortoplacista no entiende o no quiere entender que cualquier reducción de la jornada laboral tiene que estar ligada necesariamente a la productividad y la productividad en España está también hoy a la cola de los países desarrollados y 3 puntos por debajo de la media de la UE, consecuencia no de las horas de trabajo sino de la incapacidad del Gobierno para cambiar nuestro modelo productivo.

Sin ideas ni propuestas para crear puestos de trabajo estables y duraderos, los responsables laborales del Ejecutivo, con la complicidad de los sindicatos mayoritarios, se dedican a expulsar las inversiones y poner palos en las ruedas de las empresas que son quienes en democracia crean riqueza y puestos de trabajo, además de a actuar con despotismo y prepotencia como han hecho con la extorsión a la CEOE para que aceptaran una subida del salario mínimo interprofesional (SMI) que aprobaron manu militari ,mientras ellos se niegan a indexar esa misma subida a los contratos públicos.

Toda una demostración de intervencionismo y de intento de estatalización de la economía, como la insensatez de limitar los sueldos de los directivos, en un país donde han cerrado 51.000 empresas desde que gobierna Pedro Sánchez y que se intensifica con medidas como la prevalencia de los convenidos autonómicos sobre los estatales o de empresa, regalo de Sánchez al PNV para seguir en La Moncloa, que en la práctica suponen un atentado contra la unidad de mercado. Y esto ocurre con el Gobierno que se califica como el más social y progresista de la historia. Como dice el refranero, dime de qué presumes y te diré de qué careces.

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