Opinión

Truco o trato

  • Sánchez utilizó un argumento sencillo para retener votantes: "o yo, o la extrema derecha."
Sánchez en el Congreso de los Diputados utilizando auriculares y sonriendo. EFE

E n las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023 el PSOE recibió una paliza como no la había recibido nunca. Se quedó sin ninguna alcaldía relevante en Andalucía, se fue al carajo en Valencia, en Castilla y León, en Madrid, en Galicia…

Pues bien, el dueño de ese partido, que se llama Pedro Sánchez, se presentó a dar cuenta de aquel pésimo resultado ante sus diputados y senadores y fue recibido por éstos puestos en pie y aplaudiendo sin tregua. A él, que era el responsable mayor de aquella derrota. Esa fue la fotografía del sanchismo: un líder y debajo nada más que una pandilla de lameculos.

Poco después Sánchez convocó elecciones generales para el 23 de julio… y no se equivocó ni en la torticera fecha ni en los resultados. ¿Por qué? Casi todo el mundo pensó que tras aquellos resultados de mayo le sería imposible a Sánchez recuperar los votos necesarios para sentarse de nuevo en La Moncloa, pero pasó lo inesperado y Sánchez consiguió retener a buena parte de sus votantes "de toda la vida" con un argumento (un truco) muy sencillo: "O yo, o la extrema derecha y la derecha extrema".

¿Cómo es posible que tanta gente cayera en aquel engaño (el truco)? Pues creo yo que existe dentro del electorado español un sectarismo deplorable, que cree más en nosotros o ellos que un raciocinio que haga saber que detrás de Sánchez no sólo está una extrema izquierda demagógica, ignorante y que no cree en la Constitución, sino que también están los enemigos de España, como lo son todos los separatistas catalanes y vascos.

En los días anteriores al 23 de julio unos cuantos enviados de Sánchez se dedicaron a recoger firmas entre los viejos socialistas, no tanto a favor de Sánchez como en contra de la derecha. En esa misma trampa debieron caer muchos viejos electores del PSOE.

Claro está que a este desastre colaboraron tanto Vox como el propio PP montando cristos en Extremadura y otros sitios y, el caso del PP, creyendo en los asesores áulicos (y también en las encuestas electorales, que daban por hecho una mayoría absoluta de PP –con o sin Vox- en el Congreso). Pondré como ejemplo de aquellos errores la ocurrencia de que Núñez Feijóo no acudiera al debate electoral en TVE. Por eso y otras ideas geniales puedo dirigirme a esos asesores políticos: nunca deis por ganadas unas elecciones antes de tener dentro de las urnas los votos suficientes para decirlo.

Todo lo anterior en cuanto al truco, y lo que sigue se referirá al trato. Al trato imprescindible entre los dos partidos mayoritarios. ¿Para qué? Antes de nada, para dar estabilidad política a nuestro país mediante acuerdos razonables que sirvan también para implementar políticas que consigan sacarnos de un paro inaguantable, sobre todo el juvenil. Políticas que persigan una reindustrialización imprescindible, una política de vivienda eficaz… y tantas otras cosas. También para marginar a los enemigos de la Constitución.

Habrá, en fin, que elegir entre el truco de Sánchez, que ha colocado en el centro de las decisiones políticas a los separatistas que odian a España, o el trato razonable entre PP y PSOE que ponga fin a este desastre. Por eso sobra Sánchez.

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