Opinión

Georgia, país de futuro en la Unión Europea

  • El país destaca por mantener su propia identidad frente a Rusia, con valores en la línea de la UE
Tiflis, capital de Georgia. Alamy

El 8 de noviembre Georgia recibió la recomendación de la Comisión para alcanzar el estatus de país candidato a miembro de la Unión. La decisión se tomará en la reunión del Consejo Europeo de los próximos 14 y 15 de diciembre. El pasado reciente del pequeño país no ha sido sencillo. Tras el colapso de la URSS en 1991 Georgia ha buscado su encaje político con Rusia, con la necesidad acuciante de desembarazarse lo antes posible del pesado legado organizativo soviético que ralentizaba la vida económica de un país que intenta mostrarse como un territorio de nuevas oportunidades. Más tarde se produjo la invasión rusa de Abjasia y Osetia del Sur, dos regiones georgianas que se anexionaron a Rusia tras el intento de incorporación de Georgia a la OTAN.

Actualmente Georgia es otra cosa. Cuando uno pasea por el centro de Tiflis, su capital, o visita alguno de los cientos de restaurantes que componen una excelente oferta gastronómica, tiene la sensación de estar recorriendo una capital europea. En sus plazas y avenidas uno escucha con normalidad cómo los jóvenes se comunican en georgiano, un idioma de escritura y alfabeto único, pero también en inglés. El ruso ha quedado relegado como un idioma para las personas de mayor edad. Económicamente el PIB de Georgia crece a doble dígito. Según datos del FMI, su PIB aumentó el 10,5% en 2021, el 10,1% en 2022 y para 2023 se prevé un 6,2%. Las políticas de apertura, facilidades a la inversión extranjera, transparencia y convergencia legal con el marco de la UE están dando sus frutos y el país está en un momento económico sin igual en su historia.

Pese a estar situado entre antiguos imperios, como Rusia, Turquía e Irán, es un país con una marcada personalidad propia, occidental, europea y cristiana. Esta identidad se ha forjado a base de una tenaz resistencia a todo tipo de imposición. La coherencia y determinación de su población y unos valores muy cercanos a los que prescribe la Unión Europea han supuesto el mantenimiento de una cultura y lengua propias.

Las relaciones que el país mantiene con sus vecinos -a excepción de Rusia- son excelentes. A finales de octubre participé en la IV edición del Foro de la Ruta de la Seda representando a Aqualia. En la cena de gala de este congreso, el foro económico más importante de la región del Cáucaso, pudimos ver, sentados en la misma mesa y hablando entre ellos, a los primeros ministros de Azerbaiyán y Armenia con el primer ministro de Georgia como anfitrión de ambos. Los dos países arrastran desde los años 90 un conocido conflicto por el territorio de Nagorno-Karabaj. Esta disputa ha tenido su más reciente episodio armado en septiembre de este año. Por eso la imagen de los tres primeros ministros cenando juntos es tan interesante. Actualmente se está negociando un tratado de paz en el que Georgia ha adoptado un rol de mediador entre ambos gracias a sus buenas relaciones y su vocación de liderazgo en la zona. De nuevo aparecen valores netamente europeos.

Por supuesto Georgia tiene grandes desafíos. Debe encontrar su posición respecto a Rusia. Georgia precisa de un encaje interno ante su población, mayoritariamente opositora a todo lo que simboliza la Rusia de Putin. Pero también necesita un encaje externo, porque periódicamente Rusia amenaza con endurecer su posición sobre los territorios de Abjasia y Osetia si Georgia no se pliega a sus intereses. La pertenencia a la UE supondría el impulso definitivo que el país necesita para, a través de la negociación y un acuerdo razonable, fijar su posición a largo plazo con Rusia.

En enero de 2022 Aqualia adquirió el 80% en la sociedad que presta el servicio del ciclo integral del agua en Tiflis, así como en las cercanas Mtskheta y Rustavi. La población atendida por esta firma supera los 1,5 millones de personas. Rustavi es la ciudad georgiana de mayor crecimiento, lo que la acerca a Kutaisi, la segunda localidad del país por población. Tras esta operación Aqualia se ha convertido en el principal inversor español en Georgia.

En cuanto al servicio del agua que Aqualia gestiona, queda mucho que hacer. La infraestructura, a pesar de haber mejorado a partir de su privatización en 2007, necesita de una fuerte inversión para actualizarse y estar a la altura de la demanda de la capital, la ciudad más dinámica del Cáucaso en la actualidad. Para alcanzar ese objetivo Aqualia va a proveer la necesaria inversión, unos procesos de trabajo más eficientes y un equipo de profesionales con vocación de servicio público y amplia experiencia profesional. Todo lo necesario para optimizar la gestión de un servicio esencial en las sociedades modernas y como contribución clave para que el país cumpla con ese anhelo que es la adhesión a la UE.

Ese es el compromiso que Aqualia tiene ahora con Georgia: poner la gestión del ciclo integral del agua a la altura de un país que es la vanguardia de la UE, aunque ésta aún esté en proceso de reconocimiento. Lo conseguiremos.

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