
El rey desnudo, es una fábula escrita por Christian Andersen. La historia contiene un mensaje de advertencia: "no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa –o dice, añado– que es verdad". Esta fábula se me ha venido a la cabeza al preparar el escenario macroeconómico para nuestro país para el año 2024.
Estamos, o nos tiene acostumbrados el actual Gobierno a desinformarnos y decirnos que nuestra economía es un ejemplo y una muestra del fuerte crecimiento. Se basan para ello en una serie de estadísticas, algunas totalmente falseadas; sin embargo, el próximo año puede ponerse de manifiesto que nuestra economía está desnuda, que no son ciertos los mensajes lanzados desde nuestro Ejecutivo.
Avala la anterior afirmación que nuestro país en estos cinco años de políticas populistas, por cierto, muy burdas; presionado por comunistas e independentistas, el PIB, la suma de los beneficios empresariales más los salarios con las cotizaciones, ha crecido en un 4,3%: estamos a la cola de los países en cuanto a recuperar el nivel anterior a la pandemia. Por el contrario, los impuestos han crecido un 27,8%, habiendo sido el país que más ha incrementado su gasto público, lo que nos ha llevado a endeudarnos por el déficit generado.
Por cierto, que el actual gobierno en funciones, en caso de ser revalidado para otro mandato, está preparando un nuevo hachazo fiscal. El objetivo de incremento de recaudación se cifra en 7.000 millones de euros, siempre que el crecimiento del PIB supere o sea igual al 0,5%. Otra vez dañaremos la renta disponible de los ciudadanos y empresas, con muchas pymes asfixiadas y a punto de bajar definitivamente la persiana.
Sobre el PIB per cápita por paridad de poder adquisitivo, una ratio que pone en relación la producción del país y la riqueza de sus habitantes, y que es indicador de la capacidad de compra, España se ha situado en el 85% de PIB per cápita medio de la UE, retrocediendo a valores de mediados de los 90. Este país ha dilapidado treinta años para situarnos al nivel de nuestros socios europeos.
Ya que saco el tema del déficit, el cual se financia con deuda pública, el momento es crítico. Las intenciones del gobierno de Italia es aumentar fuertemente el déficit, algo que los haría lanzar más deuda. Las primeras noticias de las agencias de calificación alertan de una posible rebaja de la nota crediticia del país transalpino, dejando su deuda como bonos basura. Podría seguirle en esta revisión a la baja Francia, país con una ratio de deuda pública sobre PIB muy abultada –la tercera a nivel mundial en peso relativo–. Me surge por tanto una duda: si esto ocurre en Italia lo más probable es que contagie a nuestro país y la prima de deuda se tensione nuevamente, incluso que nos bajen la nota crediticia. No quiero pensar si la revisión a la baja llega a la deuda francesa, comentado anteriormente.
Se nos vendían, con Calviño y el presidente Sánchez, los fondos Next Generation como el bálsamo de fierabrás, un auténtico dinamizador para nuestra economía. Cierto es que los tenemos asignados, ahora bien, callan que efectivamente están listos los 100.000 millones de euros, subvenciones y préstamos, por parte de la UE; pero la llegada de esta cantidad se realizará cuando se informe que se ha hecho con los 37.000 millones recibidos. ¿Tan difícil es saber dónde han ido a parar o se quieren ocultar?
Estos fondos los ha recibido Italia y los mismos se han empleado en costosas inversiones en cambios que no han mejorado la productividad del país. Algo que tengo la impresión, si no la certeza, que no está o va a ocurrir en nuestro país. Es el fruto de las políticas woke, o correctamente políticas, que están hundiendo la economía de gran cantidad de países, especialmente los pertenecientes a la Unión Europea.
Todo ello, aquí, se traduce en un considerable aumento de la pobreza. España cuenta con 1,4 millones de persona con educación superior en riesgo de exclusión social. Esta cifra duplica la que se tenía en el 2008. Por otra parte, un tercio de los asalariados tiene un sueldo que no da para vivir. Tenemos un mercado laboral atrofiado, precario, de bajos salarios donde además la elevación de los precios –inflación– ha agudizado el problema. También, como no, nuestro grave problema de la vivienda, ya sea para comprar una nueva o simplemente vivir de alquiler. El encarecimiento de esta partida –la vivienda– supone dedicar, aproximadamente, el 39,1% de los ingresos de las familias más desfavorecidas.
La realidad del mal llamado milagro español radica en la manga ancha de la Comisión Europea sobre el endeudamiento de los estados miembros. La política ultra laxa del Banco Central Europeo, el diseño de los funcionarios de Bruselas de políticas bien intencionadas políticamente y desastrosas económicamente, dilapidando recursos y más recursos. En nuestro país todo ello se agrava por las políticas desastrosas chavistas y bolivarianas de este gobierno, el cual dedica muchos millones de euros a subvencionar estupideces y captar votos para mantenerse en la poltrona. De mantenerse España estará poco a poco recorriendo el camino de los países bolivarianos y chavistas. ¡Qué triste!
Sobre el desempleo no me es posible ni siquiera opinar, el invento de los contratos fijos discontinuos que es tan solo disfrazar y desvirtuar la realidad estadística. No tenemos ni idea de cual es realmente el número de parados en nuestro país, a la cabeza de Europa, todo ello con un más que notable aumento del empleo público.