
La ONU reafirmó el año pasado formalmente que las mujeres son las principales agentes de la economía para abordar el problema del cambio climático. Un año antes, la OCDE concluyó que los efectos negativos del calentamiento global, las olas de calor, las sequías, el aumento del nivel del mar y las condiciones climáticas extremas son aún más pronunciados para las mujeres que para los hombres. Por ejemplo, una mujer, especialmente si vive en países en desarrollo, tiene más probabilidades de morir como resultado de un evento extremo, sufrir un deterioro más agudo de la salud mental, ser objeto de violencia doméstica y tener menos seguridad alimentaria.
La London School of Economics, ha demostrado que los desastres relacionados con el cambio climático afectan a las mujeres cuatro veces más que a los hombres. La sequía y la deforestación obligan a las mujeres con roles sociales tradicionales a buscar agua y combustible cada vez más lejos de sus aldeas en las zonas rurales de África y Asia, exponiéndolas a numerosos riesgos, desde la violencia sexual hasta el asesinato. Las mujeres del primer mundo no basan su actividad económica en buscar agua lejos de las aldeas pero igualmente les afecta con más fuerza, especialmente si cuidan de sus familias en núcleos urbanos y viven por debajo del umbral de la pobreza.
En el primer mundo, las mujeres también son diferentes en términos de preferencias y comportamientos relativos al medio ambiente. El Women's Forum (la red internacional para transformar las voces y perspectivas de las mujeres en iniciativas económicas y políticas para el cambio social) realizó una macro encuesta en 2021 a casi diez mil personas en los países del G-20. El resultado es que las mujeres han cambiado sus hábitos más que los hombres para combatir el cambio climático y son más propensas que los hombres a estar motivadas para hacerlo.
La encuesta señala que las mujeres (en los avanzados países del G-20) están reduciendo el consumo de carne en favor de una dieta basada en vegetales, son más conscientes de la necesidad de ahorrar agua, reducen la compra de bienes de consumo, dejan de usar productos monouso mucho más que los hombres y cuando se les pregunta los motivos señalan que no hacerlo así perjudica su salud. Ligan el cambio climático con las enfermedades infecciosas (incluido el Covid) y actúan así pensando también en las generaciones futuras y quieren hacer cualquier cosa en favor del planeta.
Sin embargo, aunque las mujeres podrían aumentar la acción ambiental contra el cambio climático, siguen estando infrarrepresentadas en los órganos de toma de decisiones, incluso en los parlamentos europeos. El aumento de la presencia y de la influencia de las mujeres en la política haría mucho más eficaz la estrategia a favor del planeta. Y en el sector privado, una mayor presencia de mujeres en los puestos directivos, que siguen ocupados mayoritariamente por hombres, conseguiría más responsabilidad en la industria, más compromiso de las empresas con el clima y un mayor uso de las energías limpias.