Una de las claves del éxito de una compañía del sector agroalimentario es la anticipación. Cuando la empresa logra poner en el mercado el producto que demanda en esos momentos el consumidor, el éxito es muy probable. Y la innovación se encuentra precisamente en la antesala de ese proceso.
Innovar, en este contexto, requiere mantener una vinculación cercana y constante con el cliente potencial, con el consumidor. Y en esa misma medida, al mismo tiempo, la innovación afianza la capacidad competitiva de la compañía: le permite diferenciarse, mejorar la eficiencia de los procesos, satisfacer al consumidor.
En nuestro sector, la innovación es un valor añadido que adquiere un brillo muy singular cuando se desprende del proceso de transformación del producto. Porque, no lo olvidemos: es la industria la que hace posible que el producto llegue del campo a los lineales del supermercado de la manera más adecuada para el consumidor, aportando la imprescindible transformación que le añade ese valor.
Y este valor está, precisamente, en la raíz del progresivo incremento del 'peso' del sector agroalimentario en el PIB. De hecho, la industria alimentaria aporta actualmente el 2,4% del PIB nacional, como primera rama de la industria manufacturera. En términos similares ha evolucionado la industria alimentaria de Castilla y León, como primer sector de la industria manufacturera en la región (31%) y una aportación al VAB regional superior a los 3.800 millones de euros.
Es evidente que la industria alimentaria es un sector estratégico en Castilla y León. Es motor de desarrollo económico y social. Integrado por un tejido empresarial principalmente de pymes familiares, la industria está naturalmente anclada en el territorio, comprometida con él y difícilmente deslocalizable.
Esta industria, junto con toda la cadena de valor agroalimentaria, demostró ser un sector esencial, sólido, robusto, comprometido con la sociedad —capaz de adaptarse y superar las peores condiciones— cuando en plena pandemia garantizó el correcto abastecimiento de los productos, protegiendo siempre la salud de sus trabajadores y manteniendo en todo momento seguridad alimentaria y la calidad que caracteriza a sus productos.
Y, no nos cansamos de repetirlo: el sector alimentario es además seña de identidad de Castilla y León; y un pilar fundamental para la recuperación del mundo rural: su tejido productivo, formado por algo más de 3.000 empresas, se reparte capilarmente por toda la geografía de la región. Pero debe seguir creciendo y fortaleciéndose.
Uno de los cometidos de la industria alimentaria, para seguir creciendo, es seguir innovando. Por esto, debe estar en conexión permanente con el consumidor para conocer cómo evolucionan sus preferencias, sus hábitos, que en no pocas ocasiones cambian en función del entorno económico.
Después de la pandemia, por ejemplo, el consumo de los hogares se ha reducido incluso por debajo de los niveles de 2019. El volumen de compras para el abastecimiento doméstico en 2022 descendió el 8,8% con respecto al año anterior; y el 5,9% si se compara con 2019. Sin embargo, sí ha aumentado el consumo fuera del hogar (6,2%), situándose en valores similares a los anteriores a la pandemia.
Además, la caída del poder adquisitivo de los hogares -que se viene registrando desde principios de 2022- ha provocado cambios de hábito entre los consumidores. Por un lado, visitan menos el supermercado: de acudir a la compra cuatro veces a la semana en 2022 se ha reducido a tres durante el primer semestre de 2023, según el barómetro de 'Shopperview' de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC).
Por otro lado, se reduce también el número de artículos que se adquieren de media en cada compra, que pasan de 21,8 en 2022 a 18,4 durante el primer semestre de este año.
El consumidor español, que desde la desaparición de las tiendas de barrio no ha sido muy fiel a una cadena de distribución en concreto, ahora —por esta cuestión de los precios— lo es mucho menos. Sólo un 3% de los consumidores compra en una única cadena siempre; y sólo el 6% hace al menos un 80% de su compra en una única cadena de distribución.
Si repasáramos las innovaciones en productos españoles y de empresas de Castilla y León de alimentación en los lineales, podríamos comprobar que disponemos de una larga lista de éxitos que facilitan nuestro día a día, y hacen mejor y más variada nuestra alimentación: nuevos productos, nuevos formatos, nuevas presentaciones, nuevas formulaciones… Y, aun así, si nos comparamos con otros países, comprobamos que tenemos mucho margen de mejora y mucho camino por recorrer.
Eso es, al menos, lo que se desprende de los datos del 'European Innovation Scoreboard' (EIS), un indicador de periodicidad anual creado por la Comisión Europea, que ofrece una evaluación comparativa de los resultados de la investigación y la innovación en los países de la Unión Europea y en otros países líderes en innovación. Una herramienta que permite a los responsables políticos evaluar los puntos fuertes y débiles relativos de los sistemas nacionales de investigación e innovación, hacer un seguimiento de los avances e identificar las áreas prioritarias para impulsar el rendimiento de la innovación.
Pues bien, según los resultados de este indicador de desempeño de la innovación publicado en julio de 2023, España está calificada como país 'Innovador moderado', ocupando el puesto número 16 en el conjunto de la UE-27.
Aunque España avanza en su particular proceso de convergencia, sigue estando por debajo del promedio europeo. Además, analizando los resultados, podemos comprobar que la posición de España debería ser mejor en este ranking si se correspondiera con su potencial económico. Otros países con menor renta per cápita, por ejemplo, obtienen una mayor puntuación por su esfuerzo en innovación.
Un análisis más detallado es el que ofrece el 'Regional Innovation Scoreboard', índice sintético comunitario que permite ordenar un total de 239 regiones europeas en función de su intensidad innovadora, comparando su desempeño. Según el último informe, todas las comunidades autónomas españolas consiguen mejorar su puntuación en el índice sintético, con la única excepción de Extremadura, que la mantiene. Castilla y León se encuentra entre las comunidades innovadoras moderadas, aunque es una de las que más ha avanzado en los últimos años.
Castilla y León avanza, efectivamente en el ámbito de la innovación. Pero necesita mejorar más. Y la industria alimentaria asume un papel importante en este reto.
Es verdad que el entorno no favorece. Si algo caracteriza la situación actual es la incertidumbre. Los factores estructurales y los coyunturales son muy variables; y los retos, casi infinitos. Además, innovar no es fácil. Exige un gran esfuerzo, consume tiempo y recursos y el éxito no está nunca asegurado.
Pero las empresas del sector agroalimentario Castilla y León no están solas ante el reto de la innovación. Vitartis, el clúster regional de la industria alimentaria, proporciona el marco adecuado: el foro que conecta el mundo empresarial con el de la ciencia y la tecnología, las empresas con las universidades, los centros tecnológicos y el ecosistema emprendedor, facilitando la transferencia de tecnología y conocimiento, el flujo de información y, en definitiva, la innovación abierta y colaborativa.