Opinión

Seria amenaza para la economía

  • Pocos días bastan para recordar el efecto directo de Oriente Medio en el petróleo
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La primera semana transcurrida tras el brutal atentado de Hamás en Israel termina con crecientes incertidumbres en todos los ámbitos, y la economía no es el menor de ellos. En el inicio del conflicto, los mercados lo afrontaron con notable calma, limitando los descensos a sectores como el turismo y el transporte. Pocos después, el incremento del 4% que experimentó la cotización del petróleo mina esa confianza y vuelve a recordar que toda inestabilidad desatada en Oriente Próximo tiene un impacto directo en el crudo.

En el presente caso, los extremos que puede alcanzar ese encarecimiento son impredecibles. Nadie puede calibrar ahora los efectos de una ofensiva terrestre israelí en Gaza. No se puede descartar tampoco que el conflicto rebose las fronteras de Gaza e implique más directamente a potencias regionales, especialmente Irán, con poder sobre una ruta tan vital para el transporte de petróleo como la que pasa por el Estrecho de Ormuz.

La escalada del barril de Brent hasta el entorno de los 120 dólares es factible, con efectos muy perniciosos sobre unos niveles de inflación globales aún altos. Pero igualmente preocupante serían las consecuencias para el PIB global. Cada subida de 10 dólares en la cotización del oro negro se muestra capaz de restar una décima a su crecimiento. Con las expectativas actuales, la ralentización está en condiciones de alcanzar el 0,3%, en un momento en el que la economía global ya estaba abocada a crecer por debajo del 3% por culpa de la debilidad china.

En el caso español, incluso la perspectiva de avanzar un 1,5% en 2024 debe ponerse en cuarentena, ante una crisis que amenaza a la economía con mayores riesgos que otros conflictos tan recientes como la guerra en Ucrania.

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