
Nadie discute que el presente año está siendo difícil para los inversores en renta fija. Las ganancias que la deuda brindó en 2022 se han borrado por completo e incluso registran pérdidas. Este último es el caso de la deuda soberana, que arroja minusvalías que ya llegan al 1%.
Sin embargo, se equivocaría el inversor que se afane en vender precipitadamente sus títulos de renta fija. Si estos se han comportado tan mal, es debido a que el ciclo de subidas de tipos del BCE y la Fed parecía no encontrar su techo ante la persistencia de la alta inflación.
El IPC sigue muy alto en la eurozona y EEUU pero el endurecimiento de la política monetaria tiene visos de que entra en su recta final. Por tanto, quien se precipite a la hora de vender, precisamente ahora, aumentará sus perdidas.
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