
Los últimos días siguen siendo convulsos para las empresas chinas. Después de que el gigante Country Garden lanzara un aviso sobre beneficios que agita el temor a una crisis en el inmobiliario como la que produjo Evergrande, ahora las alarmas se encienden en la financiera Zhongrong.
El hecho de que sea relativamente desconocida en Occidente no debe despistar ya que, en la más arraigada tradición china, se trata de una empresa de enormes dimensiones, con ramificaciones en todo tipo de sectores, desde fabricación de chips hasta seguros.
Los problemas de solvencia de Zhongrong son otro síntoma más de que las medidas del Gobierno de Xi Jinping son incapaces de mitigar los crecientes problemas que un PIB en franca desaceleración provoca en el tejido empresarial.
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