
Mi apellido es vasco (un topónimo que designa un caserío próximo a Guernica) y también lo es una parte de mi familia. Por otro lado, yo estudié la carrera de Ciencias Económicas en la facultad pública de Bilbao, que dependía entonces de la Universidad de Valladolid. En fin, que lo que pasa en el País Vasco me sigue afectando, como también les ocurre a muchos españoles que no han estudiado allí ni tienen lazos familiares por aquellos lares.
En aquella facultad y en la Universidad de Deusto, donde fui residente, conocí a muchos jóvenes vascos y ninguno era nacionalista. Es más, en la facultad, en la que fui delegado de los estudiantes, habíamos montado un relevante movimiento antifranquista. Movimiento que, junto a los que surgieron en toda España durante aquellos años, consiguió derribar al SEU, el sindicato estudiantil obligatorio de origen falangista. Pues bien, dentro de aquel movimiento había algún comunista y algunos más socialistas que, como yo, acabamos en el PSOE de Felipe González tras pasar por el otro Felipe: el Frente de Liberación Popular (FLP). ¿Dónde se habían metido los del PNV? Estarían en México o en Francia, porque por Bilbao nunca se les vio el pelo.
Conocí y traté a quien mató al guardia civil gallego apellidado Pardines, el primer muerto a manos de ETA. Se llamaba Xavi (Javier) Echevarrieta y nunca pude sospechar, ni imaginar, que aquel orteguiano y buen estudiante con vocación de profesor se iba a meter en una organización terrorista. Pero la vida es así y suele darnos sorpresas desagradables.
ETA no solo ha matado a más de 800 personas, también ha podrido con sus patrañas a buena parte de la sociedad vasca, y en primer lugar a esa pandilla de cobardes que le pasaba información a los asesinos sobre las personas que los pistoleros se encargaban de matar.
La cosa les empezó a ir mal a los matarifes cuando secuestraron y luego asesinaron a Miguel Ángel Blanco. Pero ha llovido mucho desde entonces y el olvido empezó pronto. Veamos lo que escribió Pacho Unzueta en un artículo titulado Vascos tapándose los ojos, publicado un año después del asesinato de Miguel Ángel Blanco:
"Hace un año estábamos en el rechazo sin contemplaciones a los cómplices de ETA. No solo se rechazaba a ETA (que no tiene rostro) sino también a los rostros conocidos de quienes consideraban legítimo matar en nombre de su causa. Ahora estamos en la convivencia fraternal con Batasuna: en el Parlamento vasco, en las declaraciones sobre el blindaje del diálogo con el brazo político de ETA."
Hace unos días, el catedrático Rogelio Alonso nos recordaba algo elemental: "Quienes por ignorancia o falta de honradez ven como un éxito la integración de Bildu eluden que la misión principal de su predecesor, Batasuna, fue la no condena del terrorismo. Es decir, la aceptación de los asesinatos como necesarios que Bildu mantiene. Muchos obvian tan inaceptable déficit democrático y sus consecuencias en el presente al cancelar el pasado de terror. La presencia de Bildu en las instituciones, fruto de esa bastarda legalización, constituye una constante ofensa que impide la reparación política en una sociedad que con el paso del tiempo ha borrado el significado político de los asesinatos".