
El 28M, España se juega la distribución del poder autonómico (excepto en Cataluña, País Vasco, Galicia, Andalucía, Castilla-León). También el poder municipal de ayuntamientos y diputaciones provinciales (incluyendo las Juntas Forales de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava). Es mucho. Presupuestos considerables, influencia económica y social, puestos de trabajo y, sobre todo, la posibilidad de legislar y regular. Se juega mucho, mucho, mucho. Pero también se juega algo más sutil, pero no menos importante. Se juega en el imaginario del electorado la posible tendencia ante las próximas elecciones generales.
Según el resultado que se produzca el 28M las expectativas de los partidos cambiarán y darán lugar a diferentes escenarios. Algunos de esos escenarios pueden ser:
A) El PSOE pierde mucho poder el 28M. Sánchez duda si seguir contando con la izquierda radical, incluyendo Bildu, o cambiar su estrategia política. Dentro de Ferraz -la todopoderosa sede socialista- los cuchillos se desatan. Pero en los meses que quedan hasta las elecciones generales no es probable que las turbulencias internas desestabilicen la candidatura de Sánchez a presidente de Gobierno. Por contra, la pérdida de expectativas del PSOE curiosamente dará alas a Yolanda Díaz. Su marca SUMAR se verá reforzada absorbiendo a Unidas Podemos, debilitada por unos resultados escasos el 28M. La situación puede llegar al punto de que Sumar intentará ser la fuerza hegemónica en la izquierda, argumentando que en Madrid ha sobrepasado al PSOE en las autonómicas el 28M. En este escenario el PP aumenta sus expectativas para gobernar en 2024. Por eso aglutina el voto útil del centro derecha. En consecuencia, Vox reduce su capacidad electoral.
B) El PSOE mantiene poder autonómico en la Comunidad Valenciana, Castilla-la Mancha, Aragón o Extremadura. En esa situación se reforzará su comportamiento actual. Los martes, de aquí hasta las elecciones generales, veremos anuncios ofreciendo las más variadas ofertas al electorado. En este escenario Sumar se limitará a absorber a Unidas Podemos y convertirse en la muleta electoral del PSOE. Por contra, la situación del PP en este escenario sería la inversa: prepararse para seguir en la travesía del desierto del poder otra legislatura. Fejóo tendrá que repensarse su estrategia política. Vox mantendrá su espacio electoral a la derecha del PP.
Para ambos escenarios, la Comisión Europea ya ha dado un toque de atención al Gobierno español, sea el que sea. Ha pedido recortes del gasto público por valor de más de 9.000 millones de euros para 2024. Por eso, si después de las elecciones generales Sánchez repite su mandato presidencial, en 2025 es muy probable que se encuentre ante una situación similar a la de Zapatero: exceso de gasto público y obligación de reducirlo. Sus aliados, especialmente los nacionalistas e independentistas le abandonarán un año después de haber formado su Gobierno de coalición para 2024, porque no tendrá presupuesto para satisfacerlos. Entonces, Sánchez adelantará las elecciones al 2025 o principios del 2026 dando paso a un gobierno de centro-derecha.
En ese caso, en 2026 el centro-derecha tendrá que hacer un "Rajoy" económico. Es decir, bajar gastos públicos y subir impuestos en contra de lo que espera su electorado. Y vuelta a empezar. La historia, por repetida, sonará conocida.
Por el contrario, las posibilidades del centro-derecha para gobernar en las próximas elecciones generales aumentan si el PSOE pierde poder este 28M. El PP podría llegar a Moncloa en 2024 y podría adelantar los ajustes de la ejecución presupuestaria de acuerdo con las recomendaciones de la Comisión Europea. Luego quedarían tres años de legislatura para recuperar la economía española. Una economía que está en una encrucijada. Si se hacen bien las cosas el futuro es esperanzador.
Por ejemplo, en la próxima legislatura se debería reforzar la energía nuclear, evitando el cierre de centrales y programando otras nuevas, más baratas y eficientes; además de completar el parque de energías renovables. Entonces la factura de la importación de energías fósiles bajaría considerablemente. La balanza comercial española mejoraría, dada nuestra potencia exportadora. La economía de España en 2030 estaría saneada.
Si además la bajada de gasto público reduce el déficit y la deuda de las Administraciones, con la ayuda de los fondos europeos, se puede invertir racionalmente en nuevas tecnologías renovando la competitividad de sector privado español.
En resumen, el 28M nos jugamos repetir con alta probabilidad el ciclo Zapatero-Rajoy del 2011 y años siguientes en el 2025/26, o apalancar una economía sí se gobierna a partir de 2024 libre de tabúes energéticos posicionando la economía española para un futuro esperanzador.
¿Y si el 28M no hay una victoria clara de ninguno de los dos? Entonces habrá que esperar al resultado de las próximas elecciones generales. Porque el reparto de poder autonómico y municipal, que no es pequeño, lo disfrutarán principalmente los políticos y sus allegados a nivel territorial.
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