
La actualización de previsiones económicas de la Comisión Europea arroja una preocupación más importante que la más que probable recesión entre los meses finales de este 2022 y los primeros meses de 2023.
Se trata de un escenario de posible estancamiento económico que vaya más allá de 2024, ya que el crecimiento del PIB real en las cuatro principales economías y la media de la Eurozona en ningún caso superaría el 2% en el mejor de los escenarios. De hecho, se quedaría por debajo de la media de crecimiento de la última década (1,5% frente a 1,9% en la media de la Eurozona).
Éste es, sin duda, el elemento más preocupante a medio plazo, el cual puede ser aún más complejo si no se resuelve de inmediato el proceso inflacionista y los desequilibrios presupuestarios que irán emergiendo en los próximos trimestres conforme se vaya evidenciando la brecha que nunca ha desaparecido de riesgo entre los países con haciendas más saneadas y menos saneadas.
Pero también hay un factor que no debe perderse de vista como es la erosión profunda que en los últimos dos años se ha producido de los fundamentos básicos del crecimiento futuro como es la productividad total de los factores, ello expresado en el PIB potencial.
El perfil de crecimiento potencial de España e Italia es el más pobre de las grandes economías europeas
Según esta previsión actualizada de la Comisión Europea, la capacidad de crecimiento de largo plazo de las economías europeas y, más concretamente, de la española, apenas consigue mejorar sus registros con respecto a los últimos años.
El perfil de crecimiento potencial de España e Italia es el más pobre de las grandes economías europeas y de la media de la Eurozona. Mientras el PIB potencial de Alemania creció en media anual un 1,5% desde 2014 y el de Francia un 0,8%, el de España apenas avanzó un 0,5% y el de Italia registró un crecimiento nulo. Incluso dado este punto de partida tan bajo, el PIB potencial de España apenas crecerá un 0,8% en 2023 y un 1,1% en 2024 mientras Francia avanzará un 1,1% en ambos años, Italia un 0,6% y un 1,1% y Alemania un 0,7% y 0,8% (obviamente, es el país que parte de un nivel de PIB potencial más alto).
La otra cara de la moneda
La otra cara de la moneda es la evolución del proceso de inflación. Los indicadores actualizados muestran una senda de progresiva reducción de las tasas anuales gracias a la actuación de la política monetaria que está consiguiendo moderar el consumo.
Pero aun así, España cerrará 2022 en la banda alta de las tasas de inflación medidas a través del deflactor del consumo privado (8,5% frente a 7,2% de la media de la Eurozona) y situándose un punto porcentual por debajo de la media en 2023.
Todo ello contando con que el proceso inflacionista sólo conste de una gran ola como la que hemos vivido entre finales de 2021 y mediados de 2022. No se puede descartar que haya una segunda ola como ocurrió en la crisis de los 70.
En cualquier caso, el binomio crecimiento-inflación deja un panorama complejo para 2023 y un escenario de mayor incertidumbre para 2024. De poco sirve congratularse porque las tasas de crecimiento económico vistas fríamente sobre el papel sean mayores en España que otros países, dado que siempre hay que compararlas con respecto al punto de partida del PIB, siendo en nuestro caso los niveles previos a marzo de 2020.
España es la única economía importante de la Zona Euro que no ha recuperado el PIB anterior a la pandemia
Dado que España es la única economía importante de la Zona Euro que no ha recuperado el PIB anterior a la pandemia, no sólo las tasas que se registren serán escasas, sino que será necesario un crecimiento mayor para cubrir este gap. Pero incluso así no hemos sido capaces de recuperar lo anterior. Y en términos per cápita que el crecimiento de España para 2024 sea el mismo que el de Alemania y una décima porcentual por encima del de Francia e Italia, evidencia que España seguirá ahondando la brecha con las grandes economías de la Eurozona y perdiendo convergencia real con ellas.