
La atención, en el ámbito económico y financiero, estaba en la multitud de reuniones y decisiones que los bancos centrales tomarían ante el prácticamente global -exceptuando China- problema con la inflación. Sin lugar a dudas el principal referente era el Comité de Mercados Abiertos de la todo poderosa Reserva Federal (Fed).
Como recordarán el BCE ya tuvo anteriormente su reunión donde se incorporó a la corriente de lucha sin cuartel contra la inflación subiendo 75 puntos básicos todos sus tipos y anunció nuevas subidas para el 2023, aún cuando supusiese un freno al crecimiento económico -estanflación-.
Pero como decía anteriormente la cantidad de reuniones era muy considerable durante la semana. La misma comenzó con una subida histórica del Banco Central de Suecia de 100 puntos básicos una decisión histórica por la magnitud de la variación. La subida anterior no es un hecho aislado o anecdótico, recientemente el muñidor de la política monetaria de Canadá había subido sus tipos en la misma magnitud. Ambas subidas y la fuerte elevación ponen de manifiesto la preocupación reinante sobre la temida inflación, aun a costa de incurrir en estanflación.
Ahora bien y como comentaba el plato fuerte de la semana estaba en la decisión que el banco que preside Jerome Powell, la Fed. El consenso entre analistas era que en EEUU la subida era segura, la previsión más extendida era un nuevo alza de 75p.b., si bien había un pequeño consenso -20,0%- entre los estudiosos de la política monetaria para los que podría llegar a los 100 p.b. Finalmente los tipos de interés Powell los elevó en 75 p.b., la posibilidad más probable, la cual fue adoptada por unanimidad de todos los miembros del Comité. La Fed devuelve los tipos hasta los niveles de febrero de 2008, más de catorce años atrás, dejando los mismo entre el 3,0% y el 3,25%. La Fed se reserva y anuncia más subidas para próxima fechas, donde probablemente veamos a final de años unos tipos cercanos o superiores al 4,0% -nuevas subidas entre 75 p.b. o 100 p.b.-.
Además de esta importantísima decisión estaba la previsión del cuadro macroeconómico del país. Las estimaciones de la FED es una revisión a la baja de la actividad económica, donde se hablaba en las últimas previsiones de un crecimiento de entre un 2,0 % y 1,4%, ahora recorta esta estimación entre el 0,3% y el 0,2 %. Las previsiones para los dos próximos años son algo más optimistas si bien por debajo del potencial de la primera economía del mundo, para el 2023 el crecimiento estima que se sitúe entre el 1,0% y el 1,4%, para el 2024 1,4% - 1,8%.
Aunque en el discurso de la FED no ha aparece la temida palabra estanflación -crecimiento económico bajo combinado con inflaciones altas-. Las previsiones de precios se sitúan para el 2023 en más de un 3,0 %, siendo ya del 2,0% para el 2024. Es decir que la estanflación de aquella economía podría durar, según los augurios de la Fed, un periodo de tiempo superior al año, cercano al año y medio.
La decisión de la Fed tendrá consecuencias prácticamente en todas las partes del mundo y presiona a los bancos centrales a continuar con la senda de subidas de tipos. Estas subidas de tipos, con mucha probabilidad, provocará un escenario estanflacionista mundial, donde el Reino Unido puede ser de los países con peor comportamiento. Hablando del Europa la visión también es negativa, con España por sus características de fuerte elevación del endeudamiento, especialmente público, como uno de los países con previsible peor comportamiento del área euro.
La de la estanflación es el escenario central para los próximos tiempos, debemos por tanto prepararnos para mayores subidas de tipos de interés, dificultad y encarecimiento de la financiación y el acceso a la misma, tasas de inflación todavía altas -habrá que prestar enorme atención a la subyacente para ver la duración de la presente inflación-, un entorno bursátil complicado y donde el precio de los activos de renta fija -especialmente los de mayor vencimiento- pueden caer los precios aún más dado el comportamiento contrario entre estos activos y sus tipos de interés- subida de tipos supone una caída de precios y viceversa-. Un entorno nada agradable, sonriente o grato donde incluso el sector inmobiliario puede verse afectado, algo que ya ponen de manifiesto diferentes voces cualificadas en el sector inmobiliario.
Habrá que ver también la evolución del dólar que podría suponer un influjo a la inflación en aquellas áreas que tienen divisas que no sean el dólar –caso de Europa- o estén muy ligadas al billete verde. Recordemos que las materias primas, por cierto con corrección en sus precios por la debilidad del crecimiento económico mundial, se cotizan y pagan en dólares y por tanto la devaluación de cualquier moneda frente al todo poderoso dólar encarece la importación de las mismas o al menos atenúa la disminución de precios. En el área euro el euro ya se cambia por debajo de la paridad con el dólar, hasta hace relativamente poco por un euro se recibían alrededor de 1,20 dólares.
De momento el único que no sigue esta senda es Japón, allí el banco central nipón lo tiene más fácil. En septiembre la inflación en la isla asiática fue de un 3,0 %, cifra pendiente de confirmación, pero que suele estar muy afinada, sensiblemente inferiores a la mayoría de los países. Ahora bien Japón y vive en una estanflación más o menos constante.
La entrada o continuidad en un ciclo estanflacionista es una realidad, la inflación fue negada por algunos banco centrales –BCE-, sin embargo la realidad se impone.