
La incertidumbre y la desconfianza son los peores acompañantes de la inversión. El clima que se vive actualmente a nivel global y local lleva a pensar que estamos ante un momento complicado para saber cómo y en qué invertir nuestros recursos. Y no es para menos: vivimos una inestabilidad geopolítica como no recordábamos en Occidente desde hace varias décadas. La covid nos dejó una crisis en la cadena de suministros que no se ha recuperado y que, es más, ha empeorado. También vivimos conflictos en clave interna con políticas cada vez más polarizadas. Y el alza de los precios ha llevado la inflación a niveles inasumibles.
Todo lo anterior es una realidad, pero no es menos cierto que la inversión es la mejor receta para capear estas crisis si tenemos una visión a largo plazo. Dejar nuestros ahorros sin dar rendimiento, lo único que generará es una pérdida de poder adquisitivo en los próximos años.
De lo que hay que ser muy conscientes es que, para invertir, lo primero que hay que hacer es entender el mercado y, para llegar a ello, se debe tener una sólida educación financiera. En caso contrario, lo más recomendable es ponerse en manos expertas. Un ejemplo de esto es la fluctuación tan agresiva que se ha vivido en algunos activos durante este tiempo por la entrada de mucha gente a invertir sin tener un mínimo de educación financiera.
Ante una situación así, ¿cuál es la mejor estrategia a seguir a la hora de invertir?
El primero paso a dar es analizarse a uno mismo como inversor y pensar en los objetivos que se quieren alcanzar: entender qué perfil de riesgo es uno mismo capaz de soportar y cuánto tiempo se le puede dedicar a la inversión. Si no se dispone del suficiente, lo mejor sería recurrir a la gestión pasiva, sabiendo siempre que lo ideal es ser un inversor particular activo.
En segundo lugar, es importante tener en mente el plazo temporal que nos marcamos por delante. Lo mejor es tener objetivos a largo plazo, tener un cuadro simple como punto de partida con el interés compuesto a 30 años.
Y como tercer punto, pero no menos importante, es definitivo, más en tiempos difíciles, invertir en negocios de calidad, y en algo que esté alineado con nuestros valores propios y que nos permita "dormir tranquilos".
Con estas aclaraciones previas, se puede concluir que lo más eficaz es diversificar la cartera de inversión para asumir los menores riesgos posibles. En ocasiones, es fácil dejarse llevar por las modas o por los titulares llamativos, pero al final invertir bien es hacerlo a largo plazo de una forma diversificada. Una buena opción es apostar por la cartera permanente: dividir nuestra cartera en 4 partes y destinar nuestros recursos a cuatro sectores diferentes.
Por qué es interesante invertir en capital riesgo
Una de esas partes dentro de la cartera permanente debería ser, siempre, el capital riesgo. El primer trimestre del año ha sido espectacular con unos niveles de inversión de 2.100 millones de euros en España. La tendencia ahora es a la baja en este segundo cuatrimestre, afectado por la crisis geopolítica y económica que atravesamos, pero el capital riesgo debería ser clave en cualquier cartera de inversión por ser ilíquido y por tener margen de maniobra en los momentos de incertidumbre.
Aun así, como siempre se aconseja a los inversores, hay que ser cautos. Insistiendo en la necesidad de poner parte de nuestros recursos en capital riesgo, lo más aconsejable es que entre un 10 o un 20% de nuestros esfuerzos vayan a la inversión en startups, no más. Plataformas como Dozen Investments ofrecen esta posibilidad, que puede ser un buen activo en el momento actual porque se invierte en negocios de calidad, que han pasado un control, no tienen deudas y además tienen margen de maniobra.
Por otro lado, lo mejor para mitigar el riesgo dentro de este sector es formar un cartera diversificada de startups. Como sabemos, y más en estos momentos, no son decisiones sencillas, pero existe actualmente una asimetría muy grande en la que se aprecian múltiplos de 10x, 15x o hasta 20x con rentabilidades superiores al 25%.
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