Es difícil de entender la política que dirige el actual presidente del Gobierno si no se analiza hasta qué punto se ha convertido en el dueño del cotarro, y eso es lo que ha ocurrido dentro del PSOE. Sánchez es hoy el único que dirige y mangonea este viejo partido y lo está destruyendo. Pondré algunos ejemplos que lo demuestran y sólo haré referencia a sus últimas decisiones.
En primer lugar, a sus diferencias con los terroristas de ETA que estarán en la calle dentro de muy poco tiempo, gracias a las gracias de Sánchez y de sus amigos de Bildu. Pero no le va a salir gratis en las próximas elecciones andaluzas. Para empezar, su alusión a los "piolines", como ha escrito Emilia Landaluce, "podría funcionar par la contienda electoral catalana –o la vasca-, pero no en los días previos a que comience la campaña de las elecciones andaluzas".
Si los augurios de las encuestas electorales de Andalucía se cumplen y el PSOE se lleva un revolcón, muy probablemente será el principio del fin del sanchismo, que dejará de herencia un PSOE exhausto.
En efecto, los andaluces no olvidan cómo vivieron lo que supuso el simulacro independentista de 2017.
¿Y qué decir de la sustitución en el CNI? Cabeza entregada, como la del Bautista, a los separatistas catalanes. Un insulto para los españoles y un terrible desprecio para los funcionarios y, en general, para los servidores públicos. Y no es la primera vez que desde el Gobierno que preside Sánchez se desprecia y ataca la independencia de la Función Pública.
Y es que, como ha señalado Landaluce, parecería que a Sánchez no le importan las elecciones del próximo 19 de junio; únicamente le preocupa que esa mayoría que le sujeta en el poder dure hasta 2024. Y las caídas de ojos dirigidas a Bildu ni mucho menos van a remontar a Espadas en Andalucía.
Parecería que Sánchez piensa que los españoles carecen de memoria y creo y deseo que se equivoque.
Tras cesar a la directora del CNI Sánchez ha hecho algo mucho más grave que no ha aparecido en la prensa, excepción hecha de la denuncia de Maite Rico, que se refiere a la deportación a Argelia de Mohamed Benhlima.
El Gobierno de Sánchez ha recibido recientemente varias peticiones de Amnistía Internacional referidas a Benhlima:
15 de marzo: "No deporten al solicitante de asilo Mohamed Benhlima". 16 de marzo: "Anulen la expulsión de Mohamed Benhlima". 18 de mayo: "Presionen para que Argelia anule la condena a muerte de Mohamed Benhlima".
Pero de nada valieron esos llamamientos de Amnistía, de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado ni de la misma ONU.
La decisión del Gobierno de Sánchez de deportar a Argelia a Benhlima, ex militar y activista de 33 años, puede definirse como delito, pues viola la Ley 12/2009, que regula el derecho de asilo e impide la repatriación si la persona se enfrenta a la pena de muerte o a la tortura. No se recuerda un caso similar en democracia.
¿Y no es llamativo que las múltiples y sobre subvencionadas oenegés "en defensa de la democracia" no hayan abierto el pico?