Quien crea que las dificultades bancarias que vivimos en la crisis de 2008 están completamente superadas está muy equivocado. En Alemania, Deutsche y Commerzbank, los dos gigantes del sector, comenzaron conversaciones de fusión. Deutsche está debilitado por todo tipo de escándalos, mientras que Commerzbank tuvo que ser rescatado por el Estado.
En España, el presidente del Sabadell, Josep Oliu, sugirió su deseo de fusionarse con Bankia, en un movimiento similar al germano. La operación alumbraría el mayor banco español por depósitos y requeriría la inyección de capital público, al encontrarse Bankia participada por el Estado.
A diferencia de Alemania, aquí la propuesta apenas tuvo repercusión, ni por parte de Bankia ni de la ministra de Economía, Nadia Calviño, que está prácticamente en funciones hasta que se celebren elecciones.
El mundo que viene requerirá de gigantes financieros para enfrentar los grandes retos digitales
Oliu lograría así el antídoto para todos sus males: la amenaza del Brexit tras la adquisición del británico TSB; unos ratios de capital sólidos, ya que Bankia busca devolver a sus accionistas por la vía del dividendo el exceso de capital; y músculo suficiente para afrontar la transformación a la que se enfrenta el sector, con la creciente digitalización de todos sus procesos.
Apple acaba de lanzar una tarjeta de crédito en colaboración con Goldman Sachs y Google obtuvo ficha bancaria en Europa. El mundo que viene requerirá de gigantes financieros para enfrentar estos retos.
Las redes de Banco Sabadell y de Bankia encajarían como un guante, ya que el banco público desarrolla el corazón de su negocio en Madrid y Valencia, mientras que el Sabadell lo hace en Barcelona y en Alicante.
La culpa del retroceso de Sabadell la tienen los costes extraordinarios de la informatización de TSB y el saneamiento inmobiliario del grupo
Oliu tranquilizó a sus accionistas al señalar que antes de ir a una ampliación de capital, como sugieren Merril Lynch y otros bancos de negocio, está dispuesto a deshacerse de algunas filiales valiosas. Entre sus joyas de la corona están, aunque no se citen, las gestoras de fondos y de seguros.
Tampoco mencionó al británico TSB, en el que acaba de designar una consejera delegada que tomará las riendas de la entidad en mayo, Debbie Crosbie. Oliu descarta la venta de la entidad, pese a las presiones que recibe, hasta que mejore su cuenta de resultados.
Sabadell obtuvo un beneficio neto de 328 millones de euros en 2018, un 54% menos que en el ejercicio precedente. La culpa de este retroceso se debe a los costes extraordinarios de la informatización de TSB y al saneamiento inmobiliario del grupo, que costará más de 637 millones de euros.
Los bancos con márgenes de rentabilidad por debajo del 10% serán los que más sufran
Las incertidumbres, con excepción de los tres grandes (Santander, CaixaBank y BBVA), afectan a todo el sector financiero. Sobre todo, a los más pequeños, que tienen márgenes de rentabilidad por debajo del 10%. Entre ellos, solo Abanca, capitaneada por Juan Carlos Escotet, tiene capital para comprar en el mercado.
Liberbank y Unicaja están ya inmersos en negociaciones para una fusión, en la que también estarían interesados Abanca o Ibercaja. Manuel Menéndez y Manuel Azuaga, los máximos ejecutivos de Liberbank y Unicaja, respectivamente, tienen prisa por celebrar la boda entre ambas entidades, porque ambas cotizan y sufren a diario los vaivenes del mercado bursátil.
Las antiguas cajas supervivientes gracias a su buena gestión, están dispuestas a aguantar dos o tres años antes de abrir los bailes de fusión.
Liberbank fue objeto de un ataque bajista, que hundió su cotización más del 50%. Eso explica también que Ibercaja, bajo la dirección de José Luis Aguirre, retrase cuanto pueda su estreno en el parqué, al igual que ocurrió con Kutxabank.
Las antiguas cajas supervivientes gracias a su buena gestión, están dispuestas a aguantar dos o tres años antes de abrir los bailes de fusión. Como ya ocurrió en la crisis de las preferentes, nadie quiere dar el primer paso y todos buscan preservar su cabeza. Un error, porque entonces quizá sea ya tarde. La única manera de salvarse es acelerar las fusiones. En economía, los cisnes negros aparecen sin avisar.
No hay más que echar un vistazo a las entidades cotizadas: apenas alcanzan su valor en libros tras el repunte de la economía, cuando antaño lo multiplicaban casi por tres veces. Para más inri, la legión de sentencias en contra sobre la letra pequeña de los préstamos, los desahucios o los gastos hipotecarios, sumado a las crecientes exigencias regulatorias y de capital, ensombrecen sus perspectivas.
La fusión de Deutsche y Commerzbank conllevaría la concesión de ayudas públicas
La inquietud en Fráncfort es creciente, como lo muestra que el BCE anunciara primero la vuelta de las subastas de liquidez a largo plazo, los famosos LTRO (Long Term Refinancing Operations), y luego su disposición a ampliar la facilidad de depósito, es decir, el coste del dinero que tienen en custodia en el banco central.
Para colmo de males, la posible fusión de Deutsche y Commerzbank destapa suspicacias, porque conllevaría la concesión de ayudas públicas, una práctica vetada por el BCE. En España, sin ir más lejos, el Popular tuvo que ser salvado in extremis por el Santander, ante la reiterada negativa por parte del entonces ministro Luis de Guindos a que el Estado empleara ni un euro en su saneamiento.
¿Por qué los alemanes incumplen las reglas que la canciller Merkel promovió durante la crisis y que llevó a la quiebra a la mitad de la banca griega, mientras las exige al resto? Europa se asoma a la próxima recesión sin un mecanismo de rescate creíble y sin unas reglas de juego iguales para todos.
PD.-Por lo demás, Pedro Sánchez sigue tirando de chequera los viernes sociales sin reparar en gastos. El Gobierno aprobó 30.000 plazas de empleo público, 4.000 millones para la construcción de fragatas y una versión suavizada del decreto de la estiba para ganarse a estos colectivos en vísperas de las elecciones. La semana que viene dará el visto bueno al programa Reincorpora-T, dotado con casi 2.300 millones para los parados de larga duración mayores de 52 años, a los que pretende subvencionar con 400 euros de manera indefinida. Una flagrante contradicción. ¿Qué parado buscará empleo si percibe 400 euros de prestación y otros 300 euros para sufragar la Seguridad Social sin dar palo al agua? Una medida dirigida a captar votos y a recapitalizar la Seguridad Social con dinero del Presupuesto. Malabarismos financieros, que agravan el déficit y ceban la bomba de la próxima crisis de deuda española.