Opinión

'Brexit': el 29 de marzo, a la vuelta de la esquina

  • El suspense es grande, pero es mejor estar preparado para todo
Foto: Archivo.

Aún recuerdo la sensación de desasosiego y decepción que sentí el 24 de junio de 2016 cuando nos levantamos con la noticia, inesperada, de que David Cameron, el aprendiz de brujo, había perdido su apuesta sobre el Brexit. No podía dar crédito. Tras cuarenta años de implicación en el proyecto europeo -un auténtico milagro de la civilización- había prevalecido, en una sociedad como la británica, el instinto disgregador y nacionalista. Habían ganado los somewhere a los anywhere, por usar las expresiones utilizadas en un gran artículo que leí a principios de 2017 en el Financial Times (de un periodista y escritor muy conocido en Inglaterra, David Goodhart). Es decir, había ganado la parte de la población menos cosmopolita, más apegada a lo local, más temerosa de los efectos de la globalización, por expresarme de un modo algo aséptico.

Meses después se abrió el proceso de negociación entre el Reino Unido y la UE-27, que se ha llevado de un modo admirable desde el lado europeo. Recuerdo aquella impactante columna ("Europe will be transparent and fair in Brexit talks") publicada por Michel Barnier en marzo de 2017, también en el Financial Times, sobre los tres temas que la UE-27 planteaba para abrir la negociación como condición previa a cualquier acuerdo: la suerte de los europeos residentes en el Reino Unido y viceversa, el pago a efectuar por los británicos para liquidar sus relaciones financieras con la Unión y la cuestión de la frontera irlandesa. Ha sido impresionante, y un buen augurio, que los 27 hayan actuado de un modo tan coordinado y unido desde entonces.

Todos los participantes del mercado y los inversores deben ser conscientes de lo que se van a encontrar el 30 de marzo si no hay acuerdo

En cuanto a los mercados de valores y los servicios de inversión -el negociado de la CNMV-, el impacto del Brexit va a ser, lógicamente, muy significativo. La plaza financiera de Londres es una de las más relevantes, si no la más, a nivel global, y por supuesto es extraordinariamente importante y va a seguir siéndolo para los países del continente europeo. Por poner algún ejemplo, buena parte de la negociación sobre valores de renta variable españoles se produce en la actualidad en centros de negociación londinenses, y prácticamente la totalidad de las permutas sobre tipos de interés (un tipo de derivado financiero muy relevante para la gestión de riesgos por los bancos) contratadas por entidades españolas se procesan en cámaras de compensación británicas. El Brexit, además, se ha planteado cuando las instituciones europeas, a través del proyecto Unión del Mercado de Capitales, están promoviendo un mayor uso de los mercados financieros como fuente de financiación de la economía. La salida del Reino Unido, cuya participación en el total de actividad de los mercados de capitales europeos representa más de dos tercios, refuerza la necesidad de hacer más competitivo y eficiente el sistema financiero de la Unión y hace, si cabe, más importante el proyecto.

Por otra parte, debido a la incertidumbre respecto del escenario que podría abrirse el 30 de marzo próximo, numerosas entidades que prestan servicios financieros desde Londres a clientes de la Unión Europea están preparando el traslado de parte de su negocio a otros países de la Unión. Ello, lógicamente, ha generado competencia por atraerlo entre los países que están especializados en ciertas áreas o cuentan con plazas financieras relevantes. Un efecto positivo de esta situación ha sido que los supervisores de valores hemos tomado mayor conciencia de la relevancia del "factor supervisor" como elemento que puede contribuir al atractivo de nuestros mercados, lo que nos ha hecho esforzarnos más en hacer las cosas bien.

En todo caso, para conjurar el riesgo de una competencia regulatoria y supervisora excesiva ("race to the bottom"), los supervisores europeos aprobamos a mediados de 2017, en el seno de la Autoridad Europea de Mercados y Valores (ESMA), varias "opiniones" aclarando el margen de interpretación admisible de la normativa, por ejemplo en lo relativo a la medida en que puede aceptarse la delegación de funciones por las entidades gestoras o empresas de servicios de inversión creadas en la UE-27 por entidades británicas como modo de relocalización.

Nuestro Ministerio de Economía está trabajando en identificar las posibles reformas que puedan ser adecuadas en el peor caso

Asimismo, es muy relevante que todos los participantes del mercado y los inversores sean conscientes de lo que se van a encontrar el 30 de marzo si no hay acuerdo, escenario que por increíble que parezca es cada vez más factible, y adopten medidas adecuadas para evitar o reducir perturbaciones. Con tal objetivo aprobamos hace unos días un comunicado en la Junta de Supervisores de ESMA y estamos dirigiéndonos a las entidades británicas que prestan servicios de inversión en nuestros respectivos países mediante sucursal o en régimen de libre prestación de servicios. Igualmente, estamos trabajando desde ESMA conjuntamente en otros muchos aspectos que plantea el Brexit, entre ellos los necesarios acuerdos de cooperación entre el supervisor británico (la Financial Conduct Authority), las comisiones de valores o equivalentes de los restantes países de la UE y la propia ESMA que garanticen una mínima continuidad en la colaboración entre autoridades en ese escenario de no acuerdo.

Por su parte, la Comisión Europea ha publicado una comunicación anunciando algunas medidas para permitir que las entidades europeas puedan seguir utilizando temporalmente las infraestructuras de post-contratación británicas y garantizar la continuidad de determinados contratos de derivados. E, igualmente, nuestro Ministerio de Economía, con la colaboración entre otros de la CNMV, está trabajando en identificar las posibles reformas que puedan ser adecuadas para paliar potenciales efectos indeseados derivados de la salida abrupta del Reino Unido de la Unión.

El suspense es grande. No sabemos si finalmente habrá acuerdo o si podrá evitarse de algún otro modo un escenario de ruptura el 29 de marzo, el famoso cliff o Brexit duro. En todo caso, se ha trabajado mucho en el análisis de los riesgos e implicaciones que podría conllevar, tanto por las autoridades como por los participantes de los mercados. Ojalá no se produzca, pero creo que todos vamos a estar razonablemente preparados.

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