Opinión

Vuelve la calma, vuelven las opas

La reciente mejora en la coyuntura económica está favoreciendo el proceso de fusiones y adquisiciones en el terreno empresarial, y es que tras nueve años del estallido de la crisis, se puede decir que las principales economías mundiales se encuentran de nuevo en un ciclo expansivo.

Esta situación, unida a la progresiva mejora en los resultados trimestrales está ofreciendo a las empresas la oportunidad de utilizar los excedentes para absorber a sus competidores. Entendemos que la actual situación de total ausencia de catalizadores negativos, unido a los bajos tipos de interés, está preparando el terreno para el resurgir de las operaciones corporativas. En España, hasta la fecha se han producido 384 opas desde que entrara en vigor la Ley del Mercado de Valores en 1989. Los periodos entre 2009 y 2012 fueron en los que menos se produjeron, ya que son operaciones muy ligadas a la coyuntura económica.

Durante este año, el selectivo español está entre los índices que mejor se están comportando, con una rentabilidad superior al 12 por ciento, sin embargo, ésta no ha sido la tónica de los últimos años. Mientras que el Ibex 35 pierde un 3,7 por ciento en los tres últimos años, el resto de los principales índices ha gozado de una mejor evolución. El Dax ha subido un 24,5 por ciento, mientras que los índices americanos lo han hecho de manera similar, el S&P500 ha avanzado un 22,8 por ciento y el Dow Jones un 26,10 por ciento.

El bloqueo político en España, que predominó durante todo el 2016, generó un parón en todos los ámbitos de la economía española e influyó en este paréntesis que sufrimos en el mercado doméstico, que unido a las grandes dudas sobre la recuperación de la economía, ha frenado en los últimos años el apetito por el riesgo en las compañías españolas, creando fuertes divergencias respecto a sus competidores. Por lo que a pesar de la buena evolución de la renta variable española durante el presente curso, seguimos pensando que existen grandes oportunidades respecto al resto de homólogos europeos, algo que puede incitar al intento de ofertas públicas de adquisición, como es el caso de Abertis.

La compañía española dedicada a la gestión de autopistas e infraestructuras de telecomunicaciones ha recibido una opa de la concesionaria italiana Atlantia, que de prosperar se convertiría en el líder mundial en control de autopistas. Es curioso, porque fue Abertis la que hace diez años trató de fusionarse con Autostrade, actual Atlantia, operación que fue abortada por las trabas del Gobierno italiano.

Actualmente, Abertis con un valor de 16.500 millones de euros es la que ocupa el primer puesto en la gestión de kilómetros, con 8.600, principalmente en Europa, América y Asia, la suma de ambos gigantes, otorgaría a Atlantia la gestión de 14.095 kilómetros y un valor aproximado de 36.000 millones de euros. Lo que la convertiría en un nueva blue chip europea, con una capitalización bursátil que en España solo sería superada por Inditex, Banco Santander, Telefónica y BBVA. Además reforzaría sus resultados con unos ingresos anuales que superarían los 10.000 millones, ofreciendo a los inversores la oportunidad de permanecer en una compañía estable en cuanto a beneficios.

Lo que empezó como una oferta "amistosa y atractiva" para los accionistas de ambas sociedades podría endurecerse tras la aparición de un nuevo protagonista con la intención de subir el precio de la oferta pública de venta, situación que beneficia al accionista. En los últimos días, JP Morgan Infrastructure está explorando opciones para lanzar una contraopa por el 100 por cien de Abertis. Durante las próximas semanas esperamos conocer el desenlace de esta operación, que se convertiría en la mayor opa de la historia de España, y puede que aparezcan rumores de nuevas fusiones y adquisiciones, que han estado más paralizadas en el Viejo Continente en los últimos años.

Es posible que en un futuro a corto plazo esta tendencia cambie, ya que los negocios europeos están muy fragmentados, con una mayor competencia entre las compañías. Además, si las empresas europeas no tratan de crecer a través de la absorción de nuevas compañías, corren el riesgo de caer en manos extranjeras.

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