Opinión

El mundo que viene

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, advertía esta semana que tenemos que aprender a convivir con la volatilidad de los mercados. El efecto mariposa está más presente que nunca. Una idea de la teoría del caos, según la cual el aleteo de este insecto en una parte del planeta puede sentirse rápidamente en el contrario. Su economista jefe, Olivier Blanchard, intentaba describir, en un artículo de The Wall Street Journal, cómo es el mundo en que viviremos: estará caracterizado por un bajo crecimiento y una reducida demanda, que presionará los precios a la baja y obligará a mantener los tipos de interés en el mínimo nivel posible. Si se suman, continúa Blanchard, las crecientes desigualdades sociales, se entienden las dificultades de gestión que habrá.

El pronóstico de Blanchard sirve para comprender la situación actual. Sólo la posibilidad de que el gigante chino se tambalee amenaza con desequilibrar la frágil estabilidad económica mundial, acentuando el riesgo de caída del crecimiento y de la inflación. Lo malo, según el economista estadounidense, es que el estancamiento, que parecía pasajero, se instalará durante un largo tiempo entre nosotros. Algunos economistas hablan incluso de una década.

Estoy seguro de que el presidente del BCE, Mario Draghi, comparte el cien por cien del pensamiento de Blanchard. Por eso, esta semana, tras reducir moderadamente el pronóstico de crecimiento y de inflación para la eurozona, anunció su disponibilidad a ampliar el programa de adquisición de bonos, para insuflar aliento a la economía.

Por fin, parece que el BCE habla con una sola voz y se dispone a reaccionar en cuanto aparezcan los primeros síntomas de debilidad. Atrás queda el tiempo en que su antecesor, Jean-Claude Trichet, se vio forzado a subir los tipos de interés en vísperas de la crisis por la presión del Bundesbank y su miedo atávico a la inflación. Un error de bulto, sobre el que los alemanes echan un densa capa de silencio.

El panorama es contradictorio, porque la necesidad de continuar con las reforma supondrá un freno para la actividad, en un momento delicado en que la economía europea no termina de arrancar. La eurozona se aferra a la caída de los precios del petróleo del que es muy dependiente, en particular España, para tratar de endulzar los sinsabores provocados por el menor crecimiento.

Afortunadamente, el nuevo escenario coge a Europa con el problema griego resuelto o en vías de solución. La alternativa a la victoria de Alexis Tsipras es el partido conservador Nueva Democracia, según los sondeos sobre intenciones de voto. Los griegos vieron las orejas al lobo y optan por volver a la senda de las reformas y la austeridad.

En nuestro país, también comienza a despejarse el panorama político ante el apretado calendario electoral que hay por delante. Ya nadie habla de Podemos como una opción de Gobierno. El partido de Pablo Iglesias ha caído de segunda a tercera fuerza política en intención de voto y sigue perdiendo adeptos, como es de esperar ante una formación de la ultra izquierda.

En Cataluña, la coalición de Junts pel sí pierde apoyos y se aleja de una posible mayoría absoluta, después del registro policial de la sede de Convergencia por presunta corrupción. La reforma del Constitucional, aunque a destiempo, puede ser utilizada para inhabilitar a Mas y alejarlo definitivamente del frente político.

Si en el pasado se habló de la suerte de Aznar, ahora habría que hacerlo de la de Rajoy. Su vocación de corredor de fondo le permitió aguantar estoicamente sin pedir el rescate, lo que libró a España de la intervención de la UE. Esa visión largoplacista, tan criticada por perjudicial en muchos asuntos, puede dar frutos positivos en Cataluña, combinada con la promesa de reformar la financiación autonómica en la próxima legislatura y la inflexibilidad hacia el independentismo.

En el entorno de Rajoy están admirados de cómo están dando la vuelta como un calcetín a su actitud. Ha perdido el miedo a las comparecencias ante la prensa y al contacto con la gente y es el primero en salir a la palestra para dar explicaciones. También es mucho más activo en redes sociales, supongo que gracias a su equipo. Un aggiornamento que ha devuelto las esperanzas en el partido del Gobierno a recuperar una parte del voto perdido y mantener la mayoría.

Aunque la política económica ha perdido casi todo su impulso reformista desde hace unos meses, un Gobierno estable durante la próxima legislatura, que retome los ajustes pendientes, es clave para que el crecimiento español se mantenga fuerte. El futuro es complejo, pero no necesariamente tiene que ser negro.

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