El próximo junio no sólo se va a decidir el nuevo Gobierno de Andalucía sino –creo yo- el futuro de Pedro Sánchez. ¿Por qué?
En primer lugar porque hace unos días EH Bildu, es decir, los herederos de ETA, anunció que "a pesar de los errores del Gobierno, respaldaría la convalidación del decreto ley anticrisis". Se cumplía, en una tesitura crucial para la coalición que preside Sánchez, el augurio de Pablo Iglesias, quien fuera líder de Podemos: "Ustedes [por EH Bildu] deben estar en la dirección del Estado". Lo afirmó en diciembre de 2020, después de haber compadreado con los posetarras en las herriko tabernas.
Y Sánchez acogió en el decreto ley anticrisis esos cinco votos como agua de mayo porque le libraban de poner su coalición al borde de la disolución. Mas, sea como sea, una parte importante de los votantes de Sánchez no ven –no pueden ver- con buenos ojos esos apoyos de los pro etarras.
"Detrás de todo eso está el hecho de que desde hace varios meses "ambos grupos [ERC y EH Bildu] actúan en comandita, tanto porque los de Otegi lo necesitan como porque los republicanos catalanes desean establecer un eje Bilbao-Barcelona que lleva medio siglo sin funcionar y que reforzaría la jarana del secesionismo en España". Son palabras de José Antonio Zarzalejos.
Esa extraña y detestable coalición no quiere que Sánchez caiga, no le interesa, porque ya sabe que la alternativa a Sánchez es Núñez Feijóo, pero sí le viene bien que sufra. Solo o en compañía de Abascal, Feijóo es una alternativa que representa, a día de hoy y a pesar del detestable programa electoral presentando en las últimas generales por Vox, la vuelta a la normalidad.
Es curioso porque, una vez más, Bildu no ha dejado que el PNV se lleve el protagonismo parlamentario que tan celebrado es en la Villa y Corte, en donde Aitor Esteban se transforma con frecuencia en el paradigma de la sensatez y del equilibrio, sin que se le descubran sus trampas.
Pero, ¿qué les preocupa el electorado andaluz a los separatistas vascos y catalanes? Nada. Conviene recordar a este respecto que entre 1960 y 2009 ETA asesinó a 120 andaluces (el 14,2% de los 857 asesinados por ETA, esa ETA en la cual Sánchez se apoya para sobrevivir).
Volviendo al citado Zarzalejos, "a ver cómo explica el candidato socialista a presidir la Junta, Juan Espadas, en la campaña andaluza de las elecciones del 19-J que Otegi, Aizpurua y Pla, este último exjefe de ETA y estratega de EH Bildu, han sido y seguirán siendo los flotadores parlamentarios de Sánchez".
Sinceramente, creo que esta vez se va a cumplir en Andalucía (donde el PSOE ha tenido tradicionalmente su mayor reserva de votos) el viejo axioma atribuido a Churchill: "Se puede engañar a todos algún tiempo y a algunos todo el tiempo, pero nunca a todos todo el tiempo".
Y es que la situación económica y social por la que atraviesa la UE y especialmente España no está para andar con bromas, ni para vender esa gran mentira sanchista según la cual en política todo se reduce a elegir entre izquierda y derecha. Una derecha, además, a la que Sánchez y sus amigos de los medios tachan de extrema. Un país en el cual según Sánchez existe una extrema derecha, pero no una extrema izquierda.