Opinión

La vieja URSS y la demografía

Al inicio de 2022 Rusia tenía 145,4 millones de habitantes y había perdido desde 1991 (nacimientos menos fallecidos) 15,7 millones de personas, pese a haber tenido una inmigración neta desde 1991 de 10,5 millones de personas. Esa inmigración tiene mucho que ver con el rechazo que los rusos han recibido y reciben dentro de las nuevas repúblicas separadas de la URSS y es también un asunto que algo tiene que ver con las rabias imperiales de Putin.

El número de hijos por mujer en Rusia durante en el periodo 1991-2021 fue muy bajo: 1,46. En este campo de la fecundidad los únicos países de la antigua URSS que tienen una fecundidad superior al nivel de reposición (2,1 hijos por mujer) son cuatro: Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán, países todos ellos con una alta proporción de población musulmana.

¿Y qué ha pasado con Ucrania? Pues desde 1991 ha perdido desde el punto de vista vegetativo 8 millones de población (nacimientos menos fallecidos), pero respecto al total de la población esa pérdida representa nada menos que el 15,5% respecto a la población que tenía en 1991. La inmigración desde 1991 fue en Ucrania tan sólo de 6.000 personas. Por decirlo de otro modo: Ucrania es un país con una profunda recesión demográfica.

Pero la mayor emigración en ese periodo la ha tenido Kazajistán, que ha perdido por esa vía dos millones de personas, la mayor parte de ellas ingresadas en Rusia.

En otras palabras: la mayor parte de esos países de la antigua URSS, incluyendo a Rusia (Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Estonia, Letonia, Lituania y Moldavia) han perdido población, debido, sobre todo, a unas fecundidades muy bajas.

Es evidente que esos países han sufrido durante muchos años unas crisis económicas estructurales derivadas no sólo de un cambio de régimen social y político, también de unas perspectivas pesimistas. Aparte, claro está, de unos sistemas de reproducción en los cuales se importaron métodos anticonceptivos modernos. Esa modernización no se compadece en absoluto con otras modernizaciones económicas o sociales.

Desde el punto de vista social y político en todos esos países se ha impuesto un capitalismo sin controles democráticos: mafias multimillonarias y métodos ciberdelincuentes invasivos. Por ejemplo, ahora se nos anuncia que el equipo ciberdelincuente ruso denominado Conti no sólo apoya a Putin en sus ataques a Ucrania, sino que proclama que "si alguien decide organizar un ataque cibernético o cualquier actividad de guerra contra Rusia, utilizaremos todos nuestros recursos posibles para contraatacar las infraestructuras del enemigo".

Apenas un par de días después de este anuncio y al grito de "gloria a Ucrania" y "que le jodan a los invasores rusos", un investigador del país invadido, que había estado infiltrado en Conti desde hacía años, compartió a través de Twitter información cuantiosa de la banda cibercriminal: más de 60.000 chats internos entre miembros del grupo que fueron enviados entre 2020 y 2022.

Según expertos en ciberseguridad que han revisado los mensajes compartidos por el filtrador, el mundo nunca había tenido a su disposición tanta información sobre la forma de operar de las mafias rusas del cibercrimen. Una historia que Putin conoce y bien y de la que se aprovecha.

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