
No creí los anuncios que venía predicando el presidente de los EEUU según los cuales Vladimir Putin estaba a punto de invadir Ucrania. Por desgracia, me equivoqué.
El día antes de escribir lo que usted está leyendo ahora, vi un documental sobre la vida de este agente de la KGB y dicho documental me ilustró sobre lo que había sido y es este individuo: un superviviente de la Rusia soviética.
De origen muy humilde, ha sido toda su perra vida un oportunista desalmado, elevado a lo más alto por otro detestable personaje, Boris Yeltsin. En el documental, una hija de Yeltsin cuenta que cuando Putin fue elegido para la presidencia se negó a hablar con su mentor y nunca más se le puso al teléfono. Creo que la anécdota retrata muy bien al personaje frío y desagradecido que es.
El sujeto le ha tomado la medida a Occidente. Léase EEUU, la OTAN y la Unión Europea, pues sabe que nada harán –miedosos como son- para impedirle arrollar a países como Ucrania, o Finlandia o Suecia, pues la UE y los EEUU se limitarán a implementar unos castigos económicos que se convertirán, si es que se llevan a cabo, en un tiro en el propio pie, sobre todo para la UE y en especial para Alemania, pues su energía depende en gran parte del gas que importa de Rusia. Y lo tiene que importar como consecuencia de haber cerrado todas las centrales nucleares, gracias a esos maravillosos verdes que nos quieren ver montados en burros y que con tanto éxito defienden a los lobos que matan ovejas y terneros.
En Ucrania hay un hombre al que Occidente ha dejado tirado, se llama Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania, de origen judío y a quien Putin llama nazi y drogadicto. La cronista María R. Sahuquillo lo describía así cuando compareció en televisión:
"Con gesto serio, barba de dos días, exhausto y vestido con una camiseta militar, Volodímir Zelenski miró fijamente a la cámara: "Esta noche, en todos los frentes, el enemigo utilizará todas sus fuerzas para romper nuestra resistencia". Era el primer día de ataques de Vladímir Putin a Ucrania. "Fuerza vil, cruel e inhumana. Esta noche asaltarán", añadió. Casi 24 horas antes, cuando los peores pronósticos aún no se habían cumplido, se dirigió a la ciudadanía rusa y les suplicó que impidieran la agresión. "Escuchen la voz de la razón. El pueblo ucraniano quiere paz", les dijo en ruso.
Zelenski nació hace 44 años en Krivyi Rih, una ciudad del cinturón metalúrgico de la región de Dnipro, en el seno de una familia "judía soviética", así la describió él mismo. En esa comparecencia también habló a los ucranianos de su abuelo, Semyon Ivanovich Zelenski, veterano del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial. Y de Ucrania, que "dio más de ocho millones de vidas por la victoria contra el nazismo".
Zelenski ha sacado los colores a los dirigentes europeos: "Si ustedes, mis queridos líderes del mundo libre, no ayudan con fuerza a Ucrania hoy, mañana la guerra tocará a sus puertas. Rusia atacó vilmente nuestro Estado esta mañana temprano, tal como lo hizo la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial".
La política del Gobierno de Zelenski, con amplia mayoría, abrió el mercado de tierras agrícolas, hizo una enorme campaña de digitalización e inauguró un programa enorme de construcción de carreteras para renovar las precarias rutas terrestres.
Quizá Zelenski pierda la guerra pero no la razón.