
El efecto Werther fue el término designado por el sociólogo David Phillips en 1974 para definir el efecto imitativo de la conducta suicida, en alusión a la novela Las desventuras del joven Werther del romántico alemán Wolfgang von Goethe. Una tragedia que en los últimos años en España está enviando a la muerte a más de 3.000 personas anuales. Pero de lo que hasta ahora no teníamos constancia es de que este efecto contagio afectara también a los políticos y a los partidos hasta convertirse en holocausto caníbal, como estamos viendo ahora en el caso del Partido Popular, y no por pesadumbre, hastío y desesperanza que suelen ser las causas más comunes de suicidio, sino por egoísmo, mediocridad, ambición, celos, ansia de control y de poder y carencia de sentido del Estado y del compromiso con los ciudadanos.
"Un suicidio". Así califican los barones autonómicos y muchos dirigentes regionales del PP mantener por más tiempo el pulso entre la dirección nacional de Génova y la Comunidad de Madrid o, lo que es lo mismo, entre el tándem Casado-Egea y la presidenta Isabel Díaz Ayuso. Barones y dirigentes alarmados por la pérdida constante de intención de voto en las encuestas en el último mes y medio, el deterioro de la imagen del partido a nivel nacional y la debilidad e inseguridad que el conflicto transmite en el liderazgo de Pablo Casado entre los electores, en los poderes económicos y en Bruselas, en contraste con la solidez de la presidenta madrileña.
Tal es el grado de preocupación que esta "guerra abierta" y sus consecuencias suscitan en las baronías que en los días previos al Congreso del PP de Castilla-La Mancha en Puertollano los presidentes de Galicia, Alberto Núñez Feijóo y de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla avisaron a Pablo Casado que o acaba el conflicto con Isabel Díaz Ayuso en Madrid o interviene ellos. Mañana puede ser muy tarde.
Inquietud que afecta especialmente al líder andaluz que ante el veto de Vox a los presupuestos regionales podría verse abocado a adelantar las elecciones autonómicas para antes del verano y con el que la dirección de Génova ha abierto otro frente de confrontación al instarle a poner fin a la actual legislatura en contra de su voluntad de retrasar al máximo la cita con las urnas a sabiendas que el conflicto de Madrid afecta también negativamente a la intención de los votantes en Andalucía.
Además, la presidenta madrileña tiene un valioso valedor en su homólogo gallego, Núñez Feijóo. "Mantiene una sintonía periódica con ella", afirman voces autorizadas del PP, quienes recuerdan que cuatro de los cinco presidentes autonómicos del partido, los dos citados más Juanma Moreno y el castellano-leonés Alfonso Fernández Mañueco han convenido que si Casado no es presidente del Gobierno en las próximas generales no debe tener una cuarta oportunidad.
Los números no engañan y los resultados de todas las encuestas serias -el CIS no cuenta- muestran que el Partido Popular de Casado es incapaz de alcanzar el 30 por ciento de los votos, con una pérdida de en torno a 17 escaños en el Congreso con respecto a los resultados de un mes antes. El Electopanel del pasado 14 de noviembre; deja al PP con el 26, 1 por ciento de los votos y 106 escaño, con el PSOE pisándole los talones (25,8 por ciento de votos y 104 diputados), al tiempo que sube con fuerza Vox que obtendría 61 escaños. Mientras Ayuso, que ha reiterado por activa y por pasiva su lealtad al presidente nacional, volvería a ganar en Madrid con un 47,3 por ciento de los votos a un solo escaño de la mayoría absoluta.
Con la grave situación económica de España, en vías de quiebra técnica, y la estrategia de acoso y derribo de las instituciones democráticas y de la convivencia que perpetran cada día el Gobierno y sus socios de la Frankestein, que la oposición mayoritaria se despedaza en luchas internas y colabore con el Ejecutivo en su táctica de distraer y confundir a los ciudadanos es un insulto a la inteligencia, a la sensatez y a la dignidad de los españoles a los que deberían servir y defender.
Y a todo esto, Sánchez dando palmas mientras espera ver pasar por la puerta de La Moncloa el cadáver de sus enemigos. ¡Vaya tropa!, que cuentan dijo Romanones.