
Si a alguien le quedaba aún alguna duda sobre el desprecio y la desconfianza que nuestros en teoría socios internacionales sienten hacia Sánchez, su gobierno y por ellos hacia España, no tiene más que repasar las actas de la Comisión de Exteriores del Senado de EEUU durante la vista de confirmación de Julissa Reynoso, la persona elegida por el Presidente Joe Biden para ser la embajadora en nuestro país.
Una reprimenda sin precedentes a un país asociado, en la que el presidente de la Comisión, Robert Menéndez, expresó abiertamente su profunda preocupación "porque España haya tomado puntos de vista que están fuera de la democracia y las provisiones de derechos humanos que esperamos de un aliado de la OTAN", en alusión a la tolerancia, cuando no connivencia, del Ejecutivo español con las dictaduras de América Latina y, en especial con la Venezuela de Maduro.
"Los españoles no han sido próximos a nosotros y no sólo es que no sean próximos, sino que parecen ser nuestros contrarios en nuestro propio continente", añadió Robert Menéndez, quien fue ratificado y apoyado por otros senadores como los demócratas Tim Kaine y Chris Murphy, además de por la propia nominada a embajadora quien aseguró que de ser confirmada exhortará al gobierno español a "ser mucho más claros y transparentes y a mantener el mismo estándar en términos de rendición de cuentas con respecto a las violaciones de derechos humanos y la falta de libertad y transparencia en Cuba y Venezuela como en otros países".
Una exposición clara y sin ambages demostrativa de que en la Administración y las instituciones de EEUU son muchos los que consideran al Ejecutivo socialcomunista español como el "caballo de Troya" de los enemigos de la democracia y de las libertades en el bloque occidental. Y explica también por qué ni Joe Biden ni nadie en el gigante norteamericano atienden, ni recibe ni responden a Pedro Sánchez, en contraste con la cálida acogida, los elogios y los encuentros que recibió y mantuvo allí la presidenta madrileña Díaz Ayuso.
La UE no se fía y ya ha enviado a sus 'hombres de negro' para que Sánchez haga las reformas
Pero no es sólo en EEUU. Los tintes de la Grecia de Tsipras y Varoufakis que colorean al Ejecutivo sanchista provocan un profundo rechazo en Bruselas y en las cancillerías europeas, donde se tiene muy presente el rescate y la situación práctica bancarrota en que el gobierno radical populista dejó al país heleno, y ni se creen ni se fían de su mímesis hispánica.
De hecho, ya han enviado a sus "hombres de negro" para vigilar a Sánchez. Dos altos cargos de la Comisión Europea, la directora del Grupo de Trabajo de Recuperación y Resiliencia, María Teresa Fábregas, y el director general adjunto de Economía y Finanzas, Declan Costello, han sido encargados de supervisar el cumplimiento de las reformas y de las medidas de ajuste exigidas para seguir enviando el dinero de los fondos europeos, que con unos presupuestos expansivos, intervencionistas, electoralistas y utópicos en sus previsiones de crecimiento, de déficit y deuda cada día están más lejos. Sobre todo, si se confirma la coalición de gobierno entre socialdemócratas, liberales y verdes en Alemania donde si ya se contestó el llamado Programa de Futuro alegando que los alemanes no tenían que pagar el paro de los griegos y los españoles, ahora empiezan ya a preguntarse si van a ser ellos quienes costeen la fiesta de Sánchez y los pisos y los videojuegos de los jóvenes hispanos.
Derroches y enredos económicos que se suman a los ataques a los jueces y los intentos antidemocráticos de controlar y someter al Poder Judicial que colocan a España al borde de la ruptura legal con la UE, en línea con Polonia, país este al que las autoridades comunitarias ya han advertido de que se juegan los dineros del Fondo de Reconstrucción y hasta ser expulsados de la Unión. Como dice sabiamente el refranero, "cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar". Pues eso.