Opinión

El desengaño del INE: el PIB crece menos

El INE deja claro que la recuperación no es tan vigorosa como se esperaba

En 1927 Werner Heisenberg formuló el principio de incertidumbre que establece, que no es posible determinar con precisión, al mismo tiempo, la posición y la velocidad de un electrón. Este principio no sólo es un axioma fundamental de la mecánica cuántica, sino también un límite absoluto del conocimiento humano: lo que sabemos nunca es a ciencia cierta, siempre es probabilístico.

El pasado miércoles, los economistas pudimos comprobarlo con la revisión de datos estadísticos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que, en su nueva estimación, señalaba que el Producto Interior Bruto (PIB) había crecido en el segundo trimestre mucho menos de lo previsto. Señalaba el filósofo griego Protágoras que "el hombre es la medida de todas las cosas". También en macroeconomía todo se mide en función del PIB, con lo que esta corrección del INE altera la percepción de la realidad económica española y, sobre todo, las previsiones futuras.

Es cierto que siempre hay correcciones en los datos de casi todas las fuentes estadísticas. Sin embargo, en esta ocasión, el cambio ha sido de una magnitud muy considerable. En concreto, el INE señala que: "El PIB español registra una variación del 1,1% en el segundo trimestre de 2021 respecto al trimestre anterior en términos de volumen. Esta tasa es 1,7 puntos superior a la registrada en el primer trimestre y 1,7 puntos inferior a la avanzada el pasado 30 de julio." Nos creíamos que estábamos creciendo mucho más de lo que, en realidad estábamos haciéndolo.

Para comprender qué implicaciones tiene esto, lo primero es comprender qué ha pasado. Hay que partir de que el PIB es una estimación estadística, no un dato que se pueda conocer con absoluta certeza. El INE estima cuál es la producción, la demanda y la actividad económica en función de las estadísticas disponibles, de la información que los agentes económicos facilitan al propio INE o a otras instituciones como, por ejemplo, la Agencia Tributaria.

Simplificando, lo que ocurrió es que el INE estimó el consumo y la inversión basándose en los datos estadísticos disponibles a 30 de julio, y entre ellos, fundamentalmente, los datos de las ventas interiores de Pequeñas y Medianas y Empresas (PYMES) societarias registradas en las declaraciones de IVA. Posteriormente, los datos adicionales sobre este periodo recogidos por el propio INE y también procedentes de otras fuentes estadísticas, públicas y con un calendario prefijado, como las del Banco de España, o de la propia Agencia Tributaria, que indicaban un menor crecimiento del previsto en el consumo, es decir que las empresas más pequeñas vendían menos, como en la inversión.

Para que esto se entienda, el símil más comparable son los resultados provisionales de unas elecciones cuando no se ha escrutado el censo completo. Si se cuentan el 1% de los votos, y estos votos son representativos, la probabilidad de que coincidan con el resultado final de las elecciones es elevadísimo. Eso ocurre, en condiciones normales, con los avances de la estimación del PIB, en los que las ventas de todas las empresas siguen un patrón parecido. Si, por el contrario, y volviendo al recuento de las elecciones, primero se cuentan las mesas con menos electores y posteriormente las que tienen más electores, entonces el avance de resultados estará sesgado y no coincidirá, probablemente, con la realidad. Como las mesas de las ciudades suelen tener más electores por mesa, el voto urbano se contará después del voto rural. Esto quiere decir que un partido que tenga más voto rural que urbano irá cayendo en sus resultados conforme avance el escrutinio, y viceversa. Todos hemos vivido noches electorales así. Algo así es lo que hemos visto con el avance en la estimación del PIB del segundo trimestre.

Por otra parte, convendría pensar también que, si dependemos, como se ha visto, de las fuentes de información fiscales tenemos un agujero estadístico del que nadie habla: el régimen de módulos. Si estos empresarios en módulos no tienen que declarar sus ingresos y ventas reales, tampoco sabemos qué está pasando realmente con la situación económica, porque sus ventas corresponden, en buena medida, al consumo de las familias. Hasta ahora podíamos suponer que evolucionaban de forma similar al del resto de las empresas, pero hemos visto que, probablemente, no haya sido así. Hay sólidas razones para reformar sustancialmente el régimen de módulos como que, en ocasiones, es un nido de facturas falsas, o que su tributación no tiene nada que ver, para lo bueno y para lo malo, con el principio de capacidad económica, pero, es que, además, resulta extremadamente complicado ayudar a algunos empresarios que lo están pasando mal, si eso simplemente no se sabe.

Como el PIB es un elemento fundamental de comparación en la economía, cuando crece menos de lo previsto, otros factores destacan especialmente. Por ejemplo, y es muy significativo, durante los siete primeros meses del año, la recaudación fiscal no sólo creció, como era prácticamente inevitable, respecto a 2020, sino que la Agencia Tributaria recaudó un 3,2% más que en el mismo periodo de 2019. Este dato no es una estimación sino una determinación del dinero que entró en caja, aunque esté limitado, también por el principio de incertidumbre. Pero, además, el buen comportamiento de la recaudación, debido, entre otros factores, a una mejor conciencia fiscal, a la mejora de procedimientos de control de la Agencia Tributaria o al progreso de los pagos con tarjeta, nos aleja de una crisis fiscal como en el periodo 2008-2013.

Para concluir, el dato más preocupante de la estimación del INE, y que ha pasado desapercibido, es la caída de productividad. Aquí ha habido un cambio de signo, pasando de crecer un 0,7% a caer un 1,1%. La productividad equivalente por puesto de trabajo lleva cayendo toda la Pandemia, debido a las restricciones. Sin embargo, que caiga, aún más, cuando las restricciones se han ido levantando, en el segundo trimestre de este año, es muy preocupante. Si, además, no estamos enfrentando a un doble shock de oferta como contábamos hace un par de semanas en elEconomista, está claro que necesitamos reformas económicas que impulsen el crecimiento económico y frenen la subida de precios.

Esta revisión del INE es un jarro de agua fría, pero hay que aceptar de la realidad, es probable que, tristemente, la recuperación está siendo más lenta de lo que a todos nos gustaría. Partiendo de un diagnóstico erróneo sólo se pueden tomar decisiones erróneas. Otra forma de actuar sería engañarnos y las peores mentiras son, siempre, las que nos contamos a nosotros mismos.

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