La demanda interna debe ser el principal motor de la recuperación. El Gobierno confía en que 50.000 millones embalsamados en ahorro forzoso tras la pandemia impulse el consumo durante los próximos trimestres. Pero el Banco de España reduce la cuantía y pone sobre la mesa serios argumentos para pensar que parte del ahorro acumulado de las familias no retornará a la economía real.
La mayor novedad que ofrece la actual recuperación económica es el gran potencial de consumo que hay para los próximos trimestres debido al enorme ahorro que han acumulado las familias durante la pandemia. La demanda interna debe ser la principal palanca de crecimiento de la economía española. Del gasto de las familias va a depender la intensidad del rebote del PIB y su alcance.
El ahorro durante todo 2020 y en el primer trimestre del año ha llegado a tasas históricas. Entre abril y junio del año pasado, coincidiendo con el confinamiento más severo por la pandemia, la tasa de ahorro de los hogares alcanzó el 22,5% de la renta disponible, un nivel inédito en España.
La cifra es muy superior al máximo registrado antes de la actual crisis provocada por el coronavirus, que se situó en el 12,1% durante el segundo trimestre de 2009 mientras que el valor medio desde 1999 hasta 2019 había sido del 8,2%. Y todavía en el primer trimestre del año se mantiene por encima del 10%.
Según las estadísticas del Banco de España, el ahorro bruto desde el inicio de 2020 llega a una cifra acumulada más de 117.000 millones de euros. El gran confinamiento, las restricciones de movilidad, la rápida y elevada destrucción de empleo y la alta incertidumbre económica que provocó la pandemia disparó la renta disponible.
De esa cifra, la gran incógnita es cuánto dinero volverá a fluir del bolsillo del ciudadano a la economía en forma de consumo. Precisamente, la ministra de Economía, Nadia Calviño, en la presentación del cuadro macro para los Presupuestos de 2022, dijo que había alrededor de 50.000 millones de ahorro embalsado para impulsar el crecimiento del PIB al 6,5% en 2021 y al 7% en 2022.
Alrededor de ese número surgen las dudas sobre la intensidad de la recuperación. Para el Banco de España el ahorro cautivo de las familias no estará del todo disponible, los hogares recurrirán solo de forma parcial limitándose a financiar gasto corriente. El director general de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, ya advertía esta semana que "la incertidumbre acerca del grado de dinamismo de este componente de gasto es elevada en la medida en que resulta difícil discernir qué proporción del ahorro acumulado durante la pandemia decidirán los hogares destinar al gasto". Hace seis meses el organismo situó la cuantía de ahorro forzoso en el 2,5% del PIB, es decir, unos 28.000 millones.
De hecho el Banco de España no es tan optimista con sus previsiones para la economía española como el Gobierno. Y en el informe que acompaña a sus proyecciones todavía es mucho más prudente. No cree que la tasa de ahorro vuelva del todo a los niveles previos a la pandemia. "Las familias no destinarán a la financiación de consumo más que una parte de los recursos acumulados durante la pandemia, de forma que, aunque la tasa de ahorro experimentará una reducción a lo largo del horizonte de proyección, todavía se situaría, en el promedio de 2023, algo por encima de su nivel previo a la crisis. No obstante, la posible traslación al consumo de una porción mayor de este ahorro constituye un riesgo al alza sobre las proyecciones de crecimiento", inciden en el documento.
"Una parte importante del gasto que no ha podido materializarse desde el inicio de la pandemia debido a las restricciones no es fácilmente aplazable, pues se concentró en servicios como la restauración o el ocio, para los que es improbable que al gasto habitual pueda añadírsele en su totalidad el que no se llevó a cabo durante la crisis sanitaria", explican más en profundidad los economistas del Banco de España.
Además añaden que "los hogares que han reducido en mayor medida su consumo (o, de modo equivalente, han incrementado más su ahorro) con respecto al periodo previo a la pandemia han sido los de rentas más altas, cuya propensión al consumo es normalmente más reducida". Para el Banco de España a mayor renta, hay un colchón superior para contener el gasto corriente. Es decir, no se vio afectado durante la pandemia o resulta más fácil ajustarlo a la nueva realidad económica. Además, las rentas altas tienen una enorme capacidad para reducir el gasto en bienes duraderos o de servicios, con un impacto superior en el consumo total.
Pero, además, los economistas lanzan un mensaje velado en dos direcciones al Gobierno. El Banco de España alude al ahorro del miedo, las familias dejan de consumir anticipando una peor situación económica. "La evidencia disponible acerca de la existencia de este canal no es concluyente", dicen pero "a menudo se argumenta que los hogares podrían decidir limitar sus niveles de gasto en anticipación de que el elevado volumen de deuda pública acumulado con la crisis conduzca a un aumento de impuestos en el futuro".
La deuda del conjunto de las administraciones públicas alcanzó en julio los 1,41 billones de euros, lo que supone un ligero descenso del 0,6% respecto al mes anterior, con lo que rompe el aumento de los últimos dos meses, en los que registró nuevos máximos históricos. Utilizando el producto interior bruto (PIB) nominal de los últimos cuatro trimestres, la ratio deuda sobre el PIB se situó en el 121% hasta julio, por encima del objetivo establecido en el Plan de Estabilidad del Gobierno del 119,5% del PIB para el conjunto del año.