
Hace mucho que los analistas dejaron de dudar, ante la inminente reunión de banqueros centrales de Jackson Hole, que la Fed abrirá la puerta a reducir sus estímulos. Eso está ya descontado, así que lo importante ahora es calibrar la intensidad con la que el presidente Powell actuará.
Existía hasta ahora cierto consenso según el cual la Fed tiene muy presentes las lecciones de su anterior viraje en política monetaria, ocurrido en 2013, y actuará muy progresivamente, quizá demorando a enero el inicio de la ralentización en la expansión cuantitativa. Sin embargo, los acontecimientos pueden precipitarse. Los altos niveles de inflación y empleo en EEUU allanan el camino a que la retirada de estímulos pueda estar ya en marcha en noviembre.